En estos días estamos asistiendo a una de las muchas barbaridades y tonterías rocambolescas que nos ofrece la política actual, respecto a la lengua y la cultura, que son patrimonio de todos. Asistimos, sin lugar a dudas, al "nacimiento" de una nueva lengua, de la cual ni filólogos ni lingüistas tenían conocimiento de su existencia, si no fuera por la insistencia de una serie de llamados políticos, que insistiendo en mezclar política con cultura y lengua, han inventado eso que han dado en llamar "aragonés oriental". No iría más allá de la más mera y pura tontería si no fuera porque un gobierno,el de Aragón lo oficializa a través de un proyecto de ley, apoyado por el Partido Popular y el Partido Aragonés, e identificado este proyecto como una nueva demostración de anticatalanismo político, y a la vez, por la existencia e insistencia de los antagónicos a ellos, que también confunden la lengua con proyectos no realizables e irreales, como los partidarios de los denominados "Països Catalans".
Hay una cosa cierta. Existe en Aragón una serie de modalidades lingüísticas del catalán hablado en la franja oriental, y también una serie de modalidades lingüísticas de transición entre aragonés y catalán, catalán y castellano, y con las variantes del valenciano, que deben ser protegidas, para evitar su desaparición. A tal efecto, en la pasada legislatura, el gobierno de Marcelino Iglesias, del PSOE, apoyado por la CHA, y con la oposición de su socio en el gobierno, el Partido Aragonés, así como del Partido Popular, promulgó una ley de lenguas, en la cual se trataba de proteger las diversas modalidades lingüísticas del catalán, el aragonés y las modalidades de transición, nombrando unos consejos reguladores de la lengua, formados por políticos, pero también por expertos universitarios, filólogos y lingüistas de la Universidad de Zaragoza. Ahora, en el nuevo proyecto, eliminan la figura de estos consejos, y se elimina la presencia universitaria de la regulación que se debe...
Pero, ¿por qué de esta especie de tontería? Por una parte, la existencia del catalán en esa franja oriental de Aragón, es vista por algunos como un motivo de solicitar por parte de los sectores más proclives al pancatalanismo como un verdadero "caballo de Troya" en la comunidad. Estos sectores forman parte de un regionalismo bastante cerrado, pero también por sectores de la derecha más cerril y que querría que no existiera más que el castellano como lengua común de los aragoneses. Por la otra parte, están aquellos que, desde una posición un poco paternalista, creen que deben tutelar a todos aquellos territorios que comparten una misma lengua y una misma cultura, y que no contribuyen a crear un clima de comprensión mutua y de colaboración. Aquellos que ignoran el mal que están haciendo a la convivencia, con proyectos como "els Països Catalans" o simplemente los que niegan la devolución de los bienes religiosos de la franja...
Todo este politiquerío, está perjudicando a la lengua y a la cultura catalana, y está llevando a ello a la tendencia a la desaparición, por no llevar consigo el apoyo institucional. No vamos a decir que llamen como quieran a la lengua, que le llamen chapurreao o aragonés oriental o orienaragonés, o como diablos lo quieran llamar... Ahora, tampoco pueden negar que lo que se habla en Valderrobres, Benabarre, Fraga, Mequinenza o Tamarite de Litera es lo mismo que se habla en Lleida, Tremp, Balaguer, Gandesa o Tortosa. La unidad de la lengua no se debe romper por criterios políticos, y lo que debe existir es un respeto de todos y para todos. Debemos acabar con todo esto. Esta es mi opinión.
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