Título: Con ojos
americanos. Informe
MacGregor. (título original: Amb ulls americans)
Autor: Carme Riera
Publicado: original (Amb
ulls americans), 2009 por Editorial Proa, col·lecció A tot vent. En castellano,
2009, por Ediciones B, S.A., para el sello Bruguera Narrativa
Calificación:(3)
“La
Barcelona de los Forestier tenía poco que ver con la que me había enseñado mi
ex, siempre con el miedo a ser reconocido, o con la que había descubierto en mis
paseos solitarios. La de Puigdevall era de zulo adentro, una Barcelona de letra
impresa y vídeo, la misma que yo hubiera podido conocer desde Estados Unidos, a
base de lectura y conexión a Internet. Una Barcelona, por un lado, virtual y,
por otro, sólo entrevista a través de una especie de burka. La mía, la
Barcelona de mis paseos mañaneros, cuando me escapaba del sótano, era una
ciudad de fachadas y desconocidos, de modernismo del Quadrat d’Or y tiendas
lujosas en la zona noble, donde campaba a sus anchas la raza amarilla, que, a
partir de la fea y desabrida plaza de Cataluña, en parte ocupada por negros
desarraigados y borrachos nocturnos cuyos vómitos y meados se secaban al sol de
la mañana, se convertía en otra bien distinta. Ramblas abajo era una ciudad de
guiris, como yo, a cuyo reclamo habían surgido bares iguales a otros bares y
variados hombres estatua, la muerte con guadaña en bicicleta, Flora,
Tutankamon, Charlot; tullidos, que exhibían sus miserias frente a las tiendas
de souvenirs regentadas por paquistaníes, y viejas prostitutas que ocupaban las
esquinas de las calles adyacentes a la estatua de Pitarra. Sólo al final de la
Rambla, junto a Colón, la ciudad parecía respirar, sin agobios y a pleno
pulmón, el aire del mar. Pero esa Barcelona se parecía muy poco a la que
después conocí y en la que gracias a los Forestier pude penetrar, y nunca mejor
dicho. Era la Barcelona de toda la vida, como decían ellos, poco bullanguera,
reservada, en cuyas casas, casi tan acolchadas como sus cajas fuertes, los
pasos quedaban siempre amortiguados por las alfombras de importación, compradas
en tiendas de antigüedades o en el extranjero, y la vista dudaba si pararse a
contemplar un Picasso de la época azul o un cometa de Miró, una gitana de
Novell o una antepasada pintada por Casas, que pendían de las paredes, obras de
arte valiosísimas a las que, en apariencia, nadie hacía caso. Comprendí hasta
qué punto el silencio, la tranquilidad y la discreción sólo pueden ser, en
buena medida, patrimonio de los ricos. Sus negocios, transacciones, compras e
inversiones quedan lejos del bullicio en que viven inmersos los pobres o son
los administradores, testaferros, apoderados o sicarios quienes se encargan de
llevarlos a cabo. En la zona de Pedralbes se oían los pájaros, el aire era
limpio, todos, criados incluidos, nos duchábamos y aseábamos cada mañana y nos
lavábamos las manos al regresar de la calle…”
Imaginaos por un momento que una nave espacial viniera de una
galaxia remota, y de pronto, aterrizara en el planeta y, además de conocer la
rareza de la especie humana, aterrizara en un lugar como Catalunya (o, por
ende, España). Pues poner a un americano viene a ser lo mismo: ni saben dónde
ni que es Catalunya, poco menos conocen España, que, a preguntas de muchos,
situarían a la altura de México o de Colombia, ni mucho menos conocen ni
costumbres ni tradiciones, y solo asocian con imágenes de toreros, flamencas y
olé. Y que conocen Barcelona sólo a expensas de la fama que nos dieron los
Juegos Olímpicos de 1992. Total, como un extraterrestre.
A partir de este punto surge el Informe
MacGregor, la visión de Catalunya con
ojos americanos es una especie de relato satírico que el protagonista,
George MacGregor hace de Barcelona, por ende de Catalunya, y más allá, de sus
realidades diversas y confrontadas, hecho desde una perspectiva irónica e
hilarante, con todos los acontecimientos que a este americano, joven
periodista, le van sucediendo desde que acepta viajar a Barcelona, por una beca
ofrecida por un asesor del Ayuntamiento de Barcelona, en visita oficial a Nueva
York, hasta su marcha al final del relato. Sin duda, un constante “descojone”
desde el inicio al fin, una visión crítica de nuestra sociedad y de nuestra
clase política, de la hipocresía, de la corrupción, de las bajezas morales, de
la picaresca, pretendiendo hacerse desde una visión foránea, que lleva a la
autora, Carme Riera, a cuestionar y poner un punto crítico a ciertos
estereotipos del nacionalismo catalán y español, y lo hace, además,
contemporaneizando al protagonista con los hechos de estos últimos años, antes
del auge del independentismo de los últimos cinco: la etapa post-Pujol, la
etapa Maragall, la etapa Montilla, la etapa Zapatero, el català emprenyat que,
finalmente, ha desembocado en la situación política actual…
De aquí surge un relato, divertido y fresco, como quien realmente
redacta un informe muy “informal”, con el que Carme Riera hace divertir a sus
lectores, pero sin ser ésta, precisamente, una de sus mejores obras. Yo
recomiendo su lectura, porque, eso sí, me lo he pasado en grande leyéndolo.
No os perdáis, sobre todo, las descripciones de las personas: alguna
os sonará, como la que hace de un alcalde de Barcelona que metía la pata por
doquier y que, después la siguió metiendo hasta el fondo de ministro y que
acabó de embajador en no sé qué país del Oriente Medio (no sé porque me
recuerda a aquel que bailó con Carlinhos Brown, jajajaja, que gran alcalde Joan
Clos…). A algunos los nombra directamente, a otros personajes los camufla, pero
reconoceréis a más de uno, y sobre todo, reconoceréis que, en el fondo, poco
han cambiado las cosas, a pesar de estos últimos años de auge del
independentismo.