jueves, 24 de octubre de 2013

Dublinesca, de Enrique Vila-Matas


"Desde que dejó de beber, apenas hay peleas matrimoniales con Celia. Eso ha sido un grandísimo avance en sus relaciones. Antes, eran combates duros, y no ha querido excluir nunca la idea de que fuera él, con su maldito alcohol, siempre el culpable. Cuando las peleas eran más fuertes, Celia solía meter unas cuantas cosas en su maleta, que luego sacaba al rellano. Después, si le entraba sueño, ella se iba a la cama, pero la maleta la dejaba afuera. De este modo, los vecinos siempre sabían cuándo se habían peleado: la maleta reflejaba lo sucedido la noche anterior. Poco antes de que él tuviera el colapso físico, Celia lo abandonó de verdad y estuvo dos noches fuera de casa. De no haber tenido los problemas de salud y haberse visto obligado a dejar la bebida, es más que probable que hubiera terminado por perder a su mujer.
Le cuenta de golpe a ella que en junio, el día 16, piensa ir a Dublín.
Le habla del aniversario de boda de sus padres y también del Ulysses de Joyce, y finalmente del sueño premonitorio, en especial de la borrachera a la salida de un pub llamado Coxwold y del llanto desconsolado y emocionante de los dos, sentados en el suelo, al fondo de un callejón irlandés.
Son demasiados asuntos en tan poco tiempo. Acaba, además, teniendo la sensación de que Celia está a un paso de decirle que la ausencia de alcohol en su vida y el aislamiento cotidiano de catorce horas en el ordenador le han calmado y son sin duda una bendición, pero le están dejando cada día más autista. O, por decirlo con mayor precisión, más hikikomori.
  • ¿A Dublín? – pregunta sorprendida –. ¿Y qué vas a hacer ahí? ¿Volver a la bebida?
  • Pero Celia – hace un gesto como si se armara de paciencia –, el Coxwold sólo es el bar de un sueño.
  • Y, si no he entendido mal, también el lugar de una premonición, querido.
Le interesa a Riba desde hace días todo lo que gira en torno al tema de los hikikomori, que son autistas informáticos, jóvenes japoneses que para evitar la presión exterior reaccionan con un completo retraimiento social. De hecho, la palabra japonesa hikikomori significa aislamiento. Se encierran en una habitación de la casa de sus padres durante periodos de tiempo prolongados, generalmente años. Sienten tristeza y apenas tienen amigos, y la gran mayoría duermen o se tumban a lo largo del día, y ven la televisión o se concentran en el ordenador durante la noche. Le interesa mucho a Riba el tema porque desde que dejó la editorial y el alcohol, se está replegando en sí mismo y convirtiendo, en efecto, en un misántropo japonés, un hikikomori.
  • Voy a Dublín a un funeral por la era de la imprenta, por la era dorada de Gutenberg – le dice a Celia.
No sabe cómo ha sido, pero le ha salido de dentro. Ella le mira como si quisiera atravesarle con los ojos. Silencio. Inquietud. Rectifica antes de que ella se ponga a gritar.
  • Entiéndase bien. El funeral, siempre demorado, de la literatura como arte en peligro. Aunque en realidad la pregunta sería: ¿qué peligro?
Nota que él mismo se ha metido en un lío.
  • Te comprendería muy bien – prosigue – si me preguntaras qué peligro. Porque de hecho lo que más me interesa de ese peligro es el matiz literario que tiene.
Cree que será ahora cuando su mujer libere su alma airada, y ocurre lo contrario, pues comienza a llegarle una impresión de repente cálida, de cierta intensidad amorosa. Pero es también como si Celia se hubiera apiadado de él. ¿Será así? ¿O tal vez se ha apiadado de la era dorada de Gutenberg, que para el caso quizá sea lo mismo? ¿O es que simpatiza con el peligro, visto desde el punto de vista literario?
Celia le mira, le sonríe, le pregunta si, a pesar de los días que han pasado, se acuerda de que le había pedido que le alquilara la única película de David Cronenberg que le falta por ver. Le enseña el DVD de Spider, la película recién alquilada, y propone cariñosamente que la vean antes de la cena.
En efecto, le gusta Cronenberg, uno de los últimos directores que le quedan al cine. Pero le parece todo algo extraño, porque nunca pidió ver esa película en casa. Da una ojeada al DVD y lee que el film trata de 'la incomunicación de un solitario con un mundo inhóspito'.
  • ¿Soy yo? – pregunta.
Celia ni contesta."


¿Se puede afirmar que la literatura como arte está en crisis? ¿Se puede decir que la edición impresa está herida de muerte? ¿Se puede decir que los editores, como casta, han muerto, para ser grandes firmas editoriales? De ello, reflexionamos un poco más adelante, pero a primera vista, hay que hacer varias consideraciones, que surgen tras la lectura de Dublinesca, del escritor Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), publicado por Seix Barral Breve en 2010, y que hoy os recomiendo.
¿Es Dublinesca un epitafio a la literatura, entendida como arte? Podría ser una interpretación de Dublinesca. La trama, que se desarrolla en tres partes, tres meses, Mayo, Junio y Julio, a partir del personaje del editor Samuel Riba, bien podría serlo, un epitafio. Eso sí, un epitafio a un determinado tipo de literatura, a una determinada forma de hacer, lleno de referencias a la literatura y de referencias a la cultura, a la música, al cine. Todo el libro está plagado de ellas. Samuel Riba, editor retirado, pasa su triste vida de exalcohólico encerrado entorno al ordenador, siendo un hikikomori, yendo todos los miércoles sin falta a ver a sus padres, para no perder la tradición y explicándoles los últimos viajes que ha hecho, y teniendo una rutinaria vida con su mujer, Celia. Un día, tras una visita a casa de sus padres para explicarles un viaje a Lyon, y tras un sueño premonitorio, decide hacer un viaje a Dublín, dar lo que él llama el salto inglés, convocando a unos amigos en el día del Bloomsday, para celebrar un funeral por la era de la imprenta, por la era Gutenberg, en una visión de la literatura cada vez más insertada en la era digital. Y va desarrollando a partir de ahí una verdadera teoría de la literatura, plagada sin duda de referencias, sobre todo de James Joyce y Ulysses, pero también a Samuel Beckett, que invita sin duda a una reflexión sobre la literatura actual, por ese fin de la era de la imprenta, y por la falta de genios que ésta cada vez más literatura comercial, esta 'industria literaria' y cada vez menos literatura creativa está marcando nuestro panorama actual. Y es a través de todas estas referencias, de sus referencias literarias, de sus referencias a paisajes, a personajes, a fantasmas, a premoniciones, que va desarrollando un verdadero y magnífico relato de la literatura, de la persona del editor y la falta del verdadero genio, del verdadero escritor, que Vila-Matas va desarrollando en la figura de Riba, del que va haciendo un verdadero retrato del editor, consciente de que su vida ha pasado del éxito a la rutina, es un reflejo de la sociedad y los valores actuales que reinan en ella. Pero tampoco es un golpe de gracia a la literatura, no es un apocalipsis total, sino que hay esperanza, detrás de ese 'epitafio', la aparición o el reencuentro con ese personaje que crea, que hace literatura, el autor, como Vila-Matas ha dicho en alguna entrevista sobre esta obra.
Pero, más allá de la obra, que a mí me parece interesante, vamos a hacer varias consideraciones sobre la literatura, vamos a intentar contestar a las preguntas que nos hemos hecho al inicio, a pesar de que un poco más adelante abundaremos sobre ello, contrastándolo con lo que opina el ensayista y escritor italiano Alessandro Baricco acerca de este tema.
¿Se puede decir que la literatura esté herida de muerte, al menos como una disciplina artística? ¿Se puede decir que la cada vez más industrializada literatura haya acabado con la literatura de autor? Sí que es cierto que el panorama literario actual es, probablemente, más mediocre. La comercialización e inserción dentro de un sistema cada vez más centrado en la obtención de beneficios ha creado un tipo de literatura, sobre todo, muy mediatizada, muy de rankings, de listas de los más vendidos, para un tipo de lector cada vez menos especializado y con unos valores e intereses diferentes. El autor, en sí, también por ese boom comercial, hace un tipo de libro más enfocado a obtener beneficios para él y para las grandes editoriales, y ha perdido, en muchos casos, valor e interés. Cada vez es más común ver libros que abordan una serie de temáticas que hacen a un tipo de lector más 'comercial', y los autores se pliegan a esos criterios y han perdido, un poco, ese concepto de creatividad que antaño tenían. No es que no la tengan, pero sí al plegarse a unos determinados criterios, se han vulgarizado ciertamente.
¿La edición impresa está herida de muerte y los editores han dejado de ser una especie de casta ilustrada para ser sólo unos meros capitalistas que sólo piensan en contabilidad y beneficios? Está claro que la era digital, la era del Google, Facebook, la edición en PDF, los e-books, está en franca expansión. Esta era digital, sin duda, ha llegado, cada vez hay más medios para 'huir' de la edición impresa, como ha pasado y está pasando con la prensa, por ejemplo, pero las encuestas aún desmienten esa expansión. Una reciente encuesta en España dice que aún ocho de cada diez lectores prefiere el papel al mundo digital. Que no tiemblen las grandes editoriales. También es verdad que hay cada vez menos editoriales de las de antes, de los editores que buscaban calidad frente al beneficio monetario (aunque también era un negocio, sin duda), y cada vez hay más grandes firmas editoriales que, como he dicho antes, priman más el beneficio comercial a la calidad, haciendo grandes tiradas de bestsellers o de libros 'mediáticos', o de libros de calidad más baja o mediocre. Pero, aun así, nos siguen desmintiendo. Cada vez hay más pequeñas editoriales y personas que editan su propio libro, que buscan más calidad y menos cantidad, y que, a pesar de no ser grandes éxitos, hacen una labor importante de difusión literaria. Tampoco podemos dar, entonces, como desaparecidos a los autores de calidad. Los podemos encontrar. Quizás no en las listas, en los rankings, pero sí a pequeño formato (y también publicados por grandes editoriales, sin duda, pero en general no suele ser así).
Por tanto, no podemos dar por muerta a la literatura como arte, ni a las editoriales como emisoras de calidad, ni al autor de calidad. Aún queda, pues, esperanza.




 

Bloomsday



Samuel Riba decide convocar un funeral por la 'era Gutenberg' el día 16 de junio, el día del aniversario de boda de sus padres, pero también el día del denominado Bloomsday. Pero, ¿qué es el Bloomsday?
El Bloomsday es un acontecimiento anual que se celebra en Dublín, la capital de Irlanda, en honor a Leopold Bloom, personaje principal de la novela Ulysses de James Joyce, celebrándose todos los años desde 1954. El 16 de junio es el día en que transcurre la acción – ficticia – de Ulysses. Este día, los celebrantes se reúnen, muchos de ellos ataviados con trajes de época, recitan fragmentos de la obra de Joyce, hacen comidas y cenas basadas en el mismo 'menú' que los protagonistas de la obra, y realizan distintos actos que tengan paralelismo con la acción que se desarrolla en la novela. Especialmente, se realizan encuentros en la ciudad para seguir el itinerario exacto de la acción, incluida una carrera que sigue el itinerario de Bloom.
Esto se refleja, asimismo, en Dublinesca, la obra de Enrique Vila-Matas, en un claro homenaje a uno de los escritores más importantes de la literatura contemporánea.







 

Literatura: ¿en decadencia?



Uno de los puntos que Vila-Matas refleja en Dublinesca es, sin duda, ese debate sobre si se ha llegado al fin de la literatura de autor, para su sustitución por la literatura comercial, que 'mata' al autor para sustituirla por una literatura bodrio, de números uno en ventas, falta de genios como los de antaño.
Para añadir puntos al debate, me remito al ensayo Los bárbaros de Alessandro Baricco, que también hace una reflexión acerca de lo que Baricco denomina mutación sobre diversos temas, uno de ellos, los libros, o sea, la literatura en general. Existen muchos puntos de coincidencia entre lo que Vila-Matas refleja en Dublinesca, acerca del fin de la era Gutenberg y la falta de 'genios' que hagan una verdadera literatura de autor, y lo que Baricco considera como mutación.
Baricco expone que la idea que el mundo de los libros esté actualmente bajo el asedio por parte de los 'bárbaros' es muy patente, basándose en dos pilares importantes: primero, que no hay un hábito generalizado de lectura en la gente; segundo, que quien escribe piensa sólo en el provecho que va a sacar de ello, del beneficio económico, y lo obtiene. Dice Baricco que dicho de esta manera, parece paradójico, pues si fuera verdad el primer ítem, no sería posible el segundo. Pero lo que importa, sobre todo, es poner la atención sobre la idea de la comercialización: la expansión de las ventas y la primacía de la lógica comercial, típica de las 'invasiones de los bárbaros', cosa que hace sospechar que al supuesto autor le interesa su vocación sólo por el provecho o beneficio que pueda sacar de él. Por tanto, enlaza con la idea de la búsqueda infructuosa del 'genio' literario en Dublinesca. Según Baricco, donde habían empresas familiares donde la pasión literaria se conjugaba con beneficios modestos, ahora hay grandes grupos editoriales que sólo miran sus números, sus beneficios, y no la calidad; donde había la librería donde el librero sabía y leía, ahora hay el megastore tipo FNAC, donde se venden libros, CD, DVD, películas y ordenadores, donde había un editor que trabajaba siguiendo belleza y talento, ahora hay un hombre-marketing, que sólo trabaja para el mercado,… En definitiva, la idea de un sistema que ha elegido privilegiar el aspecto comercial respecto a la calidad del producto.
La época de los autores 'de calidad' ha pasado de largo, y ahora surgen los autores comerciales, a los que hay que añadir aquellos que, en términos actuales, llamaríamos mediáticos, que son aquellos que aprovechan su aparición en programas televisivos o de presencia mediática, para publicar libros, que en la mayor parte de los casos son verdaderos bodrios o refritos de aquellos programas que hacen. Baricco lo denomina la genialidad de los bárbaros, su extraña idea de la calidad literaria. Partiendo de la clasificación de los libros más vendidos, existe un número importante de libros que no existirían si no partiesen del hecho de haber sido escritos por estos personajes, o de ser libros de los que se ha hecho una película, o sea de un punto externo al mundo de los libros.
Habla de una 'last generation', una última generación, que es percibida como un apocalipsis, porque se basa en la ruptura con los fundamentos de la palabra escrita y no deja perspectivas de supervivencia. No es una destrucción, pero si es otra idea de civilización y de calidad literaria. Y llega a decir que la regla se basa en que los bárbaros tienden a leer solo los libros donde sus 'instrucciones de uso' son dadas en lugares que no son libros. Siguen las convenciones dadas por los imperios mediáticos de la televisión, la prensa, el cine, la publicidad o la música. Ya no hay un nivel refinado, sino que se guían por una mayor vulgaridad. Ya no hay creatividad, sino que se siguen los criterios de una secuencia, impuesta por la idea que los imperios mediáticos tienen sobre qué es lo que desea el lector, aunque parta de esta vulgaridad creativa. Incluso hay editoriales que marcan el camino a determinados autores, con los que firman contratos de larga duración, que les obligan a escribir un libro al año, siguiendo una serie, y ya da igual que tengan una cierta calidad literaria o no. Es lo de menos. Las casas editoriales sólo miran las ventas y los beneficios.
La época de las editoriales se llamaban, según Baricco, Garganti, Einaudi, Bompiani, y aquí en España, Salvat, Seix Barral,…, que eran apellidos de personas reales, ahora surgen los grandes grupos editoriales, esos que tienen la vista puesta en su contabilidad. Y eso es, en definitiva, lo que cuenta.
Es, por tanto, una época diferente, para la literatura: su difusión, multiplicada por la edición en masa como manera de aumentar beneficios y ventas, no asegura la calidad literaria, y la creatividad, cada vez es menor y está relegada a una segunda o tercera posición en el ranking respecto a la inmediatez de autores mediáticos que, en el mayor de los casos, no se sabe que es calidad literaria o igual ni la conocen…

SexBox

   Noche de sábanas húmedas. Sexo intenso y desenfrenado. El chico con la chica. La chica con el chico. El chico con el chico. La chica con la chica. Uno encima del otro. El otro encima del uno. Sexo sin parar. Final del acto. No hay cigarrillo post-acto. De repente, se abre una puerta, y…, un plató de televisión de Channel 4, un canal privado inglés, con la presentadora y cuatro contertulios dispuestos a comentar la jugada. Todo rodeado de luces, cámaras. Eso sí, el sexo no será explícito. Queda dentro de la caja. The box. The SexBox. La caja del sexo. Esa caja que se iluminará de diversos colores, dependiendo de la intensidad del sexo.
   ¿A qué parece que no pueda ser cierto? Pero así es. ¿A qué punto ha llegado la televisión, que es incluso capaz de ofrecer un reality como éste, en que su contenido, que debería ser privado y privativo de la intimidad de cada uno, pasa a ser de dominio público?
   No se trata de censurar contenidos sexuales. La televisión está en su derecho de ofrecer programas de estricto contenido sexual, dentro de un horario fuera del exclusivamente infantil. Tampoco se trata de censurar programas de divulgación sobre sexo. Pero, a pesar de que las parejas participantes en este show den su consentimiento, ¿cómo puede alguien haber ideado una emisión de este tipo en prime time? ¿Realmente existe un público potencial, al que el morbo de ver una caja iluminada, imaginando, a través de sus colores, en qué fase están, si han consumado o no, si están en los prolegómenos o ya han finalizado el acto con éxito? ¿Hasta qué punto la gente puede llegar a estar interesada en un espectáculo como este? Y, más aún, ¿quién puede llegar a participar en un programa como este, y cuáles deben ser los comentarios que se van a realizar cuando la caja se abre?: que, Pepito, ¿cómo ha ido el polvito? ¿Te ha fallado tu marido, Juanita, ha tenido gatillazo? U otros comentarios del mismo tipo… Dicen que va a ser divulgativo, para romper tabúes; pero, realmente, ¿es esto necesario?
   La verdad, para conseguir audiencia, no sé hasta qué punto vamos a llegar, o hasta qué punto se puede consentir, desde un punto de vista ético, una situación como esta. El todo vale por conseguir share, más puntos de share, y más publicidad, no puede prevalecer sobre la intimidad y la integridad de las personas. No creo que sea muy ético, pero incluso no sé hasta qué punto sea lícito. Es como un atentado a esa integridad e intimidad personal. Pero viendo Gandía Shore, Gran Hermano o Sálvame, cualquier cosa es esperable. Ya fueron estos, novedosos, polémicos, y han ido siguiendo otros muchos bodrios parecidos. Pero llegar al punto de SexBox ya es excesivo, es la gota que colma el vaso.
   Os vuelco el artículo de La Vanguardia donde se habla del tema, publicado a principios de octubre. Ahora, vuestro tiempo de reflexión…


Un nuevo reality: “Sexbox”, sexo en una caja


   Un nuevo espacio de la televisión británica busca romper tabúes para hablar de la sexualidad sin complejos y honestamente.
   Un paso más allá en los realities, eso es lo que propone el programa SexBox que se estrena en el canal Channel 4 de la televisión británica y que ha levantado ampollas incluso antes de estrenarse. El espacio que promete un verdadero cambio en los hábitos televisivos y sociales del Reino Unido.
   La mecánica del concurso presenta a tres parejas (Des y Lynette – pareja estable de cincuenta años con unos treinta de relación –, Dean y Rachel – jóvenes veinteañeros – y Matt y John – pareja estable homosexual) que ocasionalmente entrarán en un habitáculo de apenas doce metros cuadrados en el que mantendrán relaciones sexuales. Nada, sin embargo, podrá verse explícitamente desde casa pero el espectador intuirá todo lo que dentro de ella pase. ¿Cómo? La caja se iluminará con distintos colores dependiendo de la fase de la relación sexual en la que se encuentren. Será naranja en los preámbulos sexuales, rojo en los primeros contactos sexuales y verde cuando se llegue al clímax.

   Tras el encuentro sexual, las parejas saldrán del habitáculo para contar con pelos y señales su encuentro a la presentadora del espacio, Mariella Frostrup, y a un grupo de expertos. Y es que el programa pretende ser divulgativo para romper los tabúes entorno al sexo y a hablar de él abiertamente.


jueves, 17 de octubre de 2013

L’ESMOLET (O AFILADOR DE COITELOS)

   O afilador de coitelos é un dos personaxes galegos máis característicos que a emigración deu ao mundo. Os pobos e as cidades deixáronse seducir polo son do chifle. Ao seu paso, as xentes baixaban os seus coitelos, navajas ou tijeras para que tivesen o filo cortante e fino, como os deixaban as rodas da amoladora.

   Un dels records que tinc de quan era petit és el que el so del “chifle” em rememora l’antic ofici de l’esmolet (el afilador), que passava, almenys, dues vegades per setmana pel carrer amb aquella espècie d’andròmina, que als nens ens semblava tan curiós i, a la vegada, sorprenent, amb aquella roda, accionada pels pedals, que deixava ben esmolats ganivets, navalles i tisores de tot tipus.

   A més, ho recordo encara amb més força, doncs un veí dels meus avis, el Fidel, que era oriünd de Galícia, de la província d’Ourense, era un d’aquests “afiladores” que anaven per tota la ciutat de Barcelona, i és un dels oficis antics que ha perdurat fins fa ben poc, i que ara pràcticament ha desaparegut. Ja no queden en els nostres carrers els tradicionals esmolets gallecs. Per això m’ha semblat interessant recordar aquest tradicional ofici. Per a això, m’he documentat a partir de El Gran Llibre dels Oficis Perduts, de Jordi Pablo (Edicions 62).

   L’esmolet, que tenia per ofici esmolar ganivets, tisores, navalles i tota mena d’eines de tall, practicava el seu ofici amb dues modalitats complementàries: l’ambulant, gairebé desapareguda, i la sedentària, en botigues on l’adobament d’eines de tall i, en molts casos, de paraigües, es compagina amb la venda de ganivets i de petits articles per a la llar, especialment estris de cuina.

   Hi ha la creença que la majoria d’esmolets ambulants o sedentaris establerts a Catalunya eren d’origen gallec, sobretot en origen a la província d’Ourense, que incloïa un vocabulari propi, el barallate, un dialecte propi gallec inventat pels esmolets ambulants d’aquest origen. L’onada gallega d’esmolets a Catalunya s’intensificà, sobretot, a la postguerra. La majoria procedien de les comarques més deprimides de la província d’Ourense, sent els més famosos els de Nogueira de Ramuín o els de Castro Caldelas, per exemple, on una de les maneres tradicionals de fugir de la misèria era l’emigració. I emigrar amb un estri de treball com la mola era una garantia d’èxit.

   Tenien unes rutes regulars per la Península, especialment per Castella. De primer, anaven a peu, arrossegant la roda d’esmolar, però amb el temps i l’evolució dels mitjans de transport es van anar motoritzant.

   Existia una certa competència entre els esmolets ambulants i sedentaris, que tenien botiga. Aquests darrers sostenien que ells podien esmolar amb més precisió les eines de tall, per exemple les navalles de barber, o l’acer inoxidable, que necessiten de moles especials que difícilment poden portar els esmolets ambulants. Avui, a més, un dels inconvenients amb que topen en grans ciutats com Barcelona la pràctica itinerant d’aquest ofici, gairebé extingit, és l’obligació de tenir una llicència municipal d’afilador ambulant i pagar impostos.

    L’eina bàsica de l’esmolet és la mola. Abans, un dels centres de producció de pedres d’esmolar era Ourense. Es feien unes rodes d’esmolar molt sòlides i pesants, però molt valorades pels esmolets ambulants de les grans ciutats, on els itineraris cobrien trajectes curts. Les més valorades eren les de Castrelo o les de Liñares. Hi ha moles diferents per a cada funció: de disc, de got, còniques, de plat, de cap de frare, esfèriques,...

   Els vehicles han sofert una evolució constant. Els més antics, carrets, calia arrossegar-los i la roda d’esmolar es movia amb un pedal. Després es van adaptar a bicicletes, motocicletes, Vespes i ciclomotors. Hi havia tallers mecànics especialitzats en la construcció d’aquests artefactes.

   A més de les rodes, les eines de l’esmolet es completaven amb altres eines comunes a molts oficis del metall: unes alicates de tall, per subjectar i tallar; cargols de banc i de mà; escairadors per reblonar; llimes i martells; pedres d’afinar, punxons i reblons, i un setrill d’oli. Una de les eines més simples, però molt necessària, era un joc de femelles hexagonals d’acer, que servien de suport per treure el cargol de les tisores. Finalment, una altra eina característica de l’ofici era el tornejador de moles, que servia per corregir-ne el desgast.

   L’esmolet tenia dos procediments acústics per anunciar la seva presència. El primer consistia a fer sonar un xiulet especial, el chifle en gallec, que era un petit instrument de fusta de castanyer, més o menys afinat segons que fos autoconstruït o fet per artesans especialitzats. A Galícia deien que els millors chifles eren els del poble de Liñares o fets a Portugal. Aquest mètode era el més característic, encara que no l’únic. L’altre manera era la que consistia en fer lliscar el ferro d’una dalla per la roda d’esmolar, fent una espècie de fressa o xiscle esgarrifós que l’esmolet modulava en tons més o menys aguts.

   Al so d’aquests chifles, la gent baixava les seves eines de tall per esmolar, que l’esmolet solia deixar fins per un mòdic preu.

(Resum extret de El Gran Llibre dels Oficis Perduts, de Jordi Pablo, Edicions 62)

Us deixo un link de Youtube, que és un bonic record a aquest vell ofici.





martes, 8 de octubre de 2013


Seguint amb els articles dedicats a Menorca, avui us proposo parlar sobre llengua, i sobre una de les polèmiques creades envers aquesta, que bé podria ser una nova entrada dels meus articles anteriors que titolava com Lengua de Trapo. Una vegada més, el Partit Popular, aquesta vegada a les Illes Balears, ha tornat a crear una polèmica sobre el català, en un intent més per fer patent el seu ànim de trencar, si més no, la unitat de la llengua. L'alcaldessa de Maó, Àgueda Reynés Calvete (PP) ha obert una polèmica sobre la denominació de la capital de l'illa, Maó, dins de la ja polèmica llei del Govern Balear, que retorna la denominació bilingüe dels topònims. La Batlesa, la senyora Reynés, vol acabar amb la denominació acadèmica i establerta ja fa anys de Maó, per substituir-la per la no acadèmica de Mahó, que és present a l'escut de la capital, i inclús a un dels creuers de l'església de Santa Maria, apart de compartir la denominació oficial amb el topònim castellà Mahón. Però el cert és que, una vegada has estat a Maó, en la realitat dels maonesos, Maó és Mô. Perquè els maonesos no diuen ni Maó, ni Mahó, ni Mahón, sinó Mô, perquè ho pronuncien així, tal com Joan Manuel Serrat va composar en el seu disc, Mô. I per il·lustrar aquesta situació anòmala que es produeix sobre la identificació dels maonesos envers la seva denominació, us reprodueixo un article publicat a la Vanguardia a l'any 2011, en el que la menorquina Susana Quadrado defensa la seva postura al respecte.

 

Maó, Mahón, Mahó: Mô (Susana Quadrado. La Vanguardia. 3 de novembre de 2011)


 

Es britànics ja es referien as port de Mô com Harbour of Mahon o es francesos com Port Mahon a mitjans des segle XVIII
Jo som de Mô. I açò no només vol ser un recurs estilístic per arrencar aquesta columna que avui, em disculparan, escriuré en primera persona (i en aquesta edició en menorquí). Perquè vaig néixer a Mô, perquè la seguesc estimant per enfora que jo sigui, perquè abandonar-la no ha suposat per jo oblidar-la, perquè esper torna-hi qualque dia... Lligin aquestes línies a crits, que és com les escric. Estic farta que tothom, des de tots es punts cardinals des globus peninsular, mostri s'orella i jutgi quin ha de ser es nom de sa meva ciutat, si Maó, Mahó o Mahón. En definitiva, quina ha de ser sa seva identitat. Que ningú no es confongui: no va amb jo ni sa neurosi castellanitzadora del PP ni ses seves trampetes. Però fan mal es excessos ultracatalanistes i, sobretot, pancatalanistes quan es xerra de Menorca. Tenc sa sensació que des de Catalunya qualcú, empès per una missió evangèlica de convertir Menorca a sa causa des Països Catalans, es creu amb es dret de decidir què és bo o dolent per as maonesos quan només aquests tenen sa paraula sobre es seus assumptes.
El PP ens podia haver estalviat a tots aquesta barrabassada lingüística sobre es topònim de sa capital de s'illa. Hi ha una convenció acadèmica i normativa que diu que sa nomenclatura oficial és Maó des que el 2005 s'Ajuntament així ho acordés amb es vots des socialistes i PSM (llavors en es govern local). A Mô mai no hi ha hagut cap problema amb es bilingüisme. És més, Menorca pot atribuir-se es mèrit d'haver defensat es català en es seu dialecte menorquí aguantant tots es caps de fibló des diferents dominadors. Que quedi clar, idò, s'error de sa batlesa d'obrir un debat estèril que mai no hauria d'haver sortit de s'àmbit acadèmic. Per sort sa societat menorquina és polièdrica, plural i políticament transversal. Resulta que ses voluntats des seus pobles no s'han de llegir segons un simplista eix dreta/esquerra, nacionalistes espanyols/catalanistes, en contra d'allò que es pugui pensar després d'aquesta controvèrsia sobre es topònim. Allà ses fronteres ideològiques són molt més difuses. S'ha xerrat de com n'ha estat el PP de neci en voler recuperar es mot en castellà Mahón per a sa seva nomenclatura oficial i bilingüe, sigui amb es Maó o es Mahó. Puc estar d'acord que hauria estat més sensat deixar ses coses com estaven. Maó, i punt. Però, senyors, no n'hi ha per tant! S'escrigui com s'escrigui, sempre serà Mô.
Aquesta setmana s'han comès massa excessos verbals. S'han dit moltes bestieses històriques. Per començar és fals que es topònim Mahón procedeixi de s'etapa franquista. Es britànics ja es referien as port de Mô com Harbour of Mahon o es francesos com Port Mahon en mapes i escrits de mitjans des segle XVIII. Quant as terme Mahó, ja s'emprava abans de ses normes d'en Pompeu Fabra i figura a s'escut de sa ciutat. Per acabar d'embolicar-ho tot, es anti-Mahón han arribat a fer valoracions sobre ses diferents dominacions que va tenir s'illa per concloure, ai las!, que amb es britànics viuríem millor... Algú ha pensat què hauria passat amb sa llengo catalana?
Prou n'hi ha. Deixem que Mô decideixi.


sábado, 5 de octubre de 2013

Siete casas en Francia, de Bernardo Atxaga


"El primer jueves de septiembre, el vapor Roi du Congo trajo ocho cartas para Lalande Biran. Tras recogerlas en el Club Royal, Donatien se las llevó a la Casa de Gobierno junto con una jarra de café.
  • Le escribe su esposa, Christine Saliat de Meilhan, y también su amigo, Armand Saint-Foix – anunció, dejando las dos cartas encima del escritorio –. Las otras son despachos oficiales, de Bruselas. Se quedan aquí, en la bandeja.
Donatien sirvió el café en una taza y aguardó a que Lalande Biran le hiciera un hueco en la mesa. El escritorio estaba repleto de papeles, la mayoría de ellos a medio escribir, con tachones o pequeños dibujos. Había unas diez colillas en un platillo, que Donatien se apresuró a retirar.
  • ¿Ordena usted alguna cosa más, mi capitán? – dijo Donatien después de regresar con el platillo vacío y limpio.
Lalande Biran negó con la cabeza. Había puesto la carta de su mujer encima de todos los demás papeles y la leía mientras daba pequeños sorbos al café.
Antes de salir de la habitación, Donatien recogió los papeles estrujados que había en el suelo y los tiró a la papelera de junco. En todos figuraba el mismo título, escrito con mayúsculas: Duelo entre reyes.
  • Con su permiso, voy a ir a organizar un poco el almacén del club – dijo desde la puerta –. El Roi du Congo ha traído un montón de cosas. Si no me muevo pronto aquello se me llenará de ratones. La verdad, me daría rabia que los ratones probaran el salami antes que nosotros.
  • Como no te marches enseguida, te voy a mandar a la habitación de abajo para toda la semana – le amenazó Lalande Biran. La habitación de abajo era el calabozo de la Casa de Gobierno.
Donatien hizo un saludo militar antes de desaparecer por la puerta.
Como en todas las cartas anteriores, el asunto que más preocupaba a su esposa eran las casas; más concretamente, la casa que quería comprar en St-Jean-Cap-Ferrat. El escrito estaba salpicado de números, y al final, encima de la firma, resaltaban estas palabras: Essaie, mon chéri – inténtalo querido –. Estaban escritas con letra más gruesa, como si Christine hubiera empapado bien la pluma en el tintero antes de trazarlas.
Encendió un cigarrillo. El empeño de su mujer le ponía nervioso.

Recuerda que cuando hablamos en el jardín de Bruselas escogimos el 7 y el 5 como números mágicos: 7 casas en 5 años – escribía Christine. Él podía oír la voz limpia, cristalina de su mujer detrás de sus palabras –. Sabes bien, capitán, que los números han cambiado. Llevas ya 6 años en África, y para ser dueños de la casa de St-Jean harán falta dos partidas más, 10-500 y 10-500. Inténtalo, capitán. Te lo pido yo y te lo pide nuestro amigo Armand. Supondrá, como máximo, un año más, y así los números coincidirán: 7 años, 7 casas. Van Thiegel te ayudará. Habla con él, seguro que estará dispuesto a hacer un esfuerzo extra.

Cuando Christine escribía 10-500, quería decir 10 colmillos de elefante y 100 troncos de caoba. Lalande Biran se llevó el cigarrillo a la boca. Era mucho. Christine hablaba de un par de partidas, pero no siempre resultaban exitosas. A veces pasaban días y días sin ver un solo elefante.
Los mandriles gritaban en la selva, nerviosos por el fuerte aguacero que estaba cayendo. Por una vez, el bullicio no le afectó. Estaba preocupado. Tenía en la cabeza una inquietud que le impedía prestar atención a todo lo demás. Se preguntaba por el contenido de la segunda carta que estaba sobre la mesa. Llevaba un sello de la casa real belga y otro del consulado de Léopoldville, y era bastante voluminosa. La letra redondeada de Toisonet recorría el sobre de extremo a extremo. Dejó a un lado la carta de su mujer, y no esperó más para abrirla".
Hoy os voy a recomendar un libro del autor vasco Bernardo Atxaga, Siete casas en Francia, editado por Alfaguara en 2009, y que proviene de una edición en vasco titulada Zazpi etxe Frantzian.

No es la primera vez, con este libro de las Siete casas en Francia, que leo a Bernardo Atxaga. Cuando leí El hijo del acordeonista, Bernardo Atxaga, a pesar no ser un escritor novel, empezaba a tener un cierto renombre en este universo de la novela, en el que ahora parece tan fácil acceder, tan fácil parece triunfar, tan fácil resulta tener éxito, pero no es tan fácil encontrar un sitio en la literatura real, en esa que todo el mundo recuerda. El éxito efímero es fácil en nuestra época actual, pero el ingreso en el reducto selecto de literatos o novelistas que realmente cuentan es difícil. Atxaga parece que no es precisamente de éxito efímero, que puede considerarse un escritor a ingresar en el mundo de la literatura vasca y española por mérito propio.
Sus novelas, que han tratado mucho sobre el País Vasco, sobre esa Euskadi en la que nació y de la que él hace relatos sublimes, una instantánea de imágenes de sus paisajes, pero también de sus sentimientos, que trata sin ambages sobre el problema vasco, sobre la génesis y desarrollo del fenómeno etarra.
Pero en Siete casas en Francia abandona la temática sobre el País Vasco, pero, aunque la acción se sitúa en el Congo Belga de finales del siglo XIX, su temática es de una rabiosa actualidad tremenda, pues la ambición de poder, la envidia, la corrupción y evasión de capitales, son temas que aparecen en este relato, pero también están en el relato de la actualidad, de nuestra actualidad. Bajas pasiones que se encuentran en este relato, bajas pasiones las que marcan nuestro relato actual, en la que cada mañana nos despertamos con noticias que bien podrían igualarse a este relato de Atxaga.
Pero volviendo a Siete casas en Francia, la ambición de poder de la mujer de Lalande Biran hace que, por capricho propio, quiera tener siete casas allí donde se cuece lo más importante, donde la nobleza se reúne, como muestra de su éxito y de sus ansias de poder, y por ello no dudará en forzar a su marido a que haga todo lo posible, aun fuera de lo legal, para conseguir el máximo capital posible para poder llegar a conseguir ese objetivo: las siete casas en los centros de poder europeos.
Pero la acción del relato se sitúa en Yangambi, en plena selva africana, en pleno Congo Belga, a finales del siglo XIX, bajo el reinado de Leopoldo II. Todo funciona a las mil maravillas en Yangambi, donde un destacamento militar comandado por Lalande Biran, y seguido de éste, de una oficialidad que le sirve a pies juntillas para cumplir su objetivo, como Van Thiegel, Donatien o Richardson, se dedica a subyugar a las tribus locales y al negocio de la teca, el caoba, los cuernos de rinoceronte o los cuernos de elefante, mientras esa oficialidad, corrupta, se dedica a vivir la vida sin demasiados escrúpulos, a vivir de la bebida y de los excesos con mujeres de las tribus locales. Pero un día, llega un personaje que va a trastornar todo ese mundo: Chrysostome Liège. Y es ahí, cuando afloran las bajas pasiones de las personas, la ambición y la envidia. La enigmática personalidad de Liège, un soldado tan buen tirador como poco mujeriego y poco dado a esa vida de bons vivants que llevan sus compañeros de oficialidad, sobre todo a eso, a los excesos con las mujeres, por su temor a las enfermedades de transmisión sexual que tiene desde pequeño, desata la envidia y las bajas pasiones de sus compañeros. Su pureza, su gran devoción por la Virgen y por mantenerse virgen, se ve truncado por un hecho, provocado por sus compañeros, que no pueden ver a ese triunfador como compañero suyo sin que tenga los mismos vicios que ellos, que se interpreta como que se ha topado con su talón de Aquiles personal, eso que le hace flaquear, la atracción para con una mujer.
Y ahí se va desarrollando la trama. Entre las más oscuras pasiones que el género humano alberga en su sino. Os recomiendo esta novela de Atxaga. Es deliciosamente recomendable y de lectura fácil. Os gustará.