sábado, 15 de junio de 2013

Andrea Camilleri y el comisario Montalbano


"Pronto. Montalbano sono!", el modo de responder al teléfono de Salvo Montalbano (cuyo nombre es un homenaje a nuestro Manuel Vázquez Montalbán, del que Montalbano es uno de sus lectores, como señala el autor en alguno de sus relatos), comisario de Vigàta, protagonista de una serie de novelas publicadas por el escritor italiano Andrea Camilleri, y que también es protagonista de una serie televisiva, producida por la RAI, y que ahora, los sábados por la noche, emite la 2 de Televisión Española, y que podéis oír en italiano por el sistema dual.
Para aquellos que nos gusta leer algún libro que otro en italiano, Camilleri utiliza un italiano especial, con muchos modismos y elementos del dialecto siciliano, que, a veces, nos recuerdan al catalán que, seguramente, influenció al idioma de esa isla durante la dominación aragonesa durante varios siglos.
Montalbano, como ya he señalado, comisario de una localidad inventada, Vigàta, en la provincia de Montelusa (tampoco existe, aunque probablemente se podría referir a Porto Empedocle, localidad natal de Camilleri, y a la provincia de Agrigento), en la isla de Sicilia, es un curioso personaje, muy comprometido con su trabajo (no duda en sacrificar su vida sentimental o cualquier hora del día para dedicarse celosamente a su trabajo policial), respetuoso o no con la ley (no duda en saltársela cuando conviene en alguna de sus investigaciones), gran lector y un gran gourmet (no hay capítulo en el cual no nombre en varias ocasiones los platos más típicos y de alabar las excelencias de quién los cocina, sobre todo su casera, Adelina o los del restaurante San Calogero, por ejemplo). Convive con diversos personajes en su comisaría, como sus colaboradores Mimì Augello (al que, en principio, tiene especial manía y del que parece que no se acaba de fiar), Fazio (el más estrecho de sus colaboradores), Gallo, Galluzzo o Catarella (que le saca de sus casillas por sus problemas de expresión y habla), fuera de la comisaría como el "questore" (jefe superior), el doctor Pasquano, Jacomuzzi, o Ingrid (una sueca, con quien no duda en colaborar, cuando le es preciso), o en su vida sentimental, con Livia, la eterna novia, con la que siempre parece que esté a punto de cortar, o con Anna, una agente de policía que parece enamorada de él… (una curiosa relación la que mantiene Montalbano, con todas las mujeres que se topan con él en sus investigaciones: del acercamiento casi sexual al latente rechazo por su amor por Livia).
Esta serie de novelas policíacas, gialli como se dicen en italiano, empezaron a publicarse en 1994, con La forma dell'acqua (La forma del agua), hasta la actualidad, en 2011, en que se publicó Il gioco degli specchi. Las novelas de la serie son: La forma dell'acqua (1994), Il ladro di merendine (1996), Il cane di terracotta (1996), La voce del violino (1997), Un mese con Montalbano (1998), Gli arancini di Montalbano (1999), La gita a Tindari (2000), L'odore della notte (2001), La paura di Montalbano (2002), Storie di Montalbano (2002), Il giro di boa (2003), La pazienza del ragno (2004), La luna di carta (2005), La vampa d'agosto (2006), Le ali della sfinge (2006), La pista di sabbia (2007), Il campo del vasaio (2008), L'età del dubbio (2008), La danza del gabbiano (2009), La caccia al tesoro (2010), Acqua in bocca (2010), Il sorriso di Angelica (2010), Il gioco degli specchi (2011), entre otros, también realtos cortos y novelas por publicar, como La tana delle vipere o Una voce di notte. Todas ellas, publicadas en italiano por Sellerio editori, de Palermo, y la mayor parte de ellas, traducidas al castellano y al catalán (Edicions 62, tiene alguna de ellas publicadas).
De lectura fácil y amena, combinando diversos escenarios a la vez, y con una ironía y humor implícitos, estos "gialli" son de muy recomendable lectura. Yo os voy a recomendar cuatro de ellas. Las tres primeras, recogidas en italiano en un volumen que Sellerio publicó con el nombre de Il commissario Montalbano. Le prime indagini, son por orden de aparición La forma dell'acqua (traducida al castellano como La forma del agua), Il cane di terracotta (traducida al castellano como El perro de terracota) y Il ladro di merendine (traducida, asimismo, como El ladrón de meriendas), tres relatos con las primeras andanzas del comisario, que ayudan a perfilar su forma de actuar y su personalidad. La cuarta que os voy a recomendar es una de las últimas que, creo, se ha publicado traducida en nuestro país, La danza del gabbiano (traducida como La danza de la gaviota, o al catalán, en Edicions 62, como La dansa de la gavina). Pero antes de analizar cada una de ellas, os voy a hablar brevemente de Andrea Camilleri, creador de Montalbano y autor de gran éxito, ya en Italia, ya fuera de ella, siendo uno de los más importantes escritores italianos actuales, y sobre todo, de las novelas policíacas.

Andrea Camilleri nació en Porto Empedocle, Sicilia, en 1925. Novelista, ensayista, guionista y director teatral, ideológicamente de izquierdas (pertenece al Partido Comunista Italiano), casado y padre de tres hijas, estudió arte dramático, y empieza a hacer sus primeros pasos como escritor publicando cuentos y poesías. Pero no es hasta 1978, cuando debuta en la narrativa con Il corso delle cose, y en 1980, con Un filo di fumo, primer relato de una serie de novelas ambientadas en esa ciudad imaginaria de Vigàta, en la que también ambientará la serie de Montalbano, que inicia en 1994, con La forma dell'acqua, convirtiéndose en uno de los autores de mayor éxito en Italia, fama que traspasa fronteras, y que dura en la actualidad, siendo uno de los más respetados entre los escritores italianos actuales.

 


 

La forma dell'acqua (La forma del agua)




 
"Qual è la forma dell'acqua?""Ma l'acqua non ha forma!", dissi ridendo: "Piglia la forma che le viene data".
La trama de esta novela se desarrolla a partir de un suceso acaecido en un lugar, denominado la Mànnara, que el autor describe como un lugar donde los pastores acostumbraban a tener sus cabras, un lugar apartado, lleno de matorrales, ("un largo tratto di macchia mediterranea alla periferia del paese"), y lugar de encuentros sexuales, de prostitución,… Dos aparejadores metidos a basureros por necesidad, Pino Catalano y Saro Montaperto, encuentran un hombre fallecido en un automóvil, que resulta ser un conocido político, el ingeniero Luparello. Uno de ellos, se encuentra con un cóllar de gran valor, que esconde para conseguir dinero para curar de una grave enfermedad a su hijo. El comisario Montalbano, informado del suceso, empieza a investigar sobre el hecho, ya que, a pesar de que la autopsia revela que el fallecido ha muerto de forma natural, durante un encuentro sexual, y las circunstancias que rodean todo el suceso, no le cuadran. Y se suceden las diversas investigaciones, en las que se mezclan intrigas políticas, sexo y ambigüedad sexual de alguno de los protagonistas. Es aquí, donde conoce a Ingrid, de la que acabará teniendo amistad y se convertirá en una de sus más fieles colaboradoras. Un primer relato verdaderamente interesante, y que Montalbano resuelve, mostrando sus hábiles dotes de investigador.

 


 

Il cane di terracotta (El perro de terracota)




... "La seconda grotta era più piccola della prima e dava subito l'impressione d'essere perfettamente asciutta. Proprio in centro c'era un tappeto ancora in buono stato. A sinistra in alto del tappeto, una ciotola. A destra, in corrispondenza, un bùmmolo. Faceva vertice di triangolo rovesciato, nel lato inferiore del tappeto, un cane pastore di terracotta, di grandezza naturale. Sopra il tappeto, due corpi incartapecoriti, come nei film dell'orrore, abbracciati."...
Gegè, un proxeneta, protector de prostitutas, amigo desde la infancia de Montalbano, hace de enlace entre uno de los más importantes mafiosos sicilianos, Tanu "u Grecu" con el comisario, y éste, el mafioso, pacta su detención por el comisario. En su lecho de muerte, después de ser tiroteado por otros componentes de la mafia, que lo consideran un traidor, Tanu u Grecu le revela a Montalbano el lugar donde se encuentra un importante depósito de armas. En el curso de las investigaciones, en las que se mezclan la mafia, y donde se produce la muerte de Gegè y donde también es herido el mismo comisario Montalbano, el encuentro en la misma gruta en que se encuentran las armas, de dos amantes asesinados cincuenta años atrás, en extrañas circunstancias, acaba siendo el argumento de investigación de Montalbano, con sus precisas pesquisas, y que acaba haciendo el relato interesante, al variar éste de una historia de mafia a una historia de crimen "pasional"… Dos cadáveres vigilados por un misterioso perro de terracota…

 


 

Il ladro di merendine (El ladrón de meriendas)




 
"Armi?" spiò Augello. "Armi? Che armi?" sbalordì per un attimo Montalbano. "Mah, non so, siccome la cosa mi pare seria pensavo..." "Ma chi dobbiamo pigliare?" interviene Fazio. "Un ladro di merendine". Nella càmmara non si sentì più respirare. Ad Augello apparve sulla fronte un velo di sudore. "È da un anno che gli ripeto di farsi visitare" pensò.
Dos sucesos, que acaban con dos cadáveres, se encuentran relacionados por un curioso vínculo: un ladrón de meriendas. Un tunecino muere ametrallado en aguas internacionales por disparos realizados desde una patrullera tunecina a un pesquero italiano. Al mismo tiempo, es asesinado de un cuchillazo en el ascensor de su vivienda el comerciante Aurelio Lapecora. La misteriosa desaparición de su limpiadora tunecina, Karima, la muerte "accidental" de Aisha, una muy buena vecina suya, casi como una madre, el descubrimiento de François, "el ladrón de meriendas", hijo de Karima, del que se encariña Livia, la novia del comisario, y de una cuenta bancaria con quinientos millones de las antiguas liras italianas, en poder de la limpiadora, desencadena una interesante investigación, donde se mezclan las intrigas entre gobiernos, la inmigración y asuntos de espías y terrorismo, aún en tiempos (los de esta novela), en los que el terrorismo islamista internacional aún no estaba tan en boga como en la actualidad…

 


 

La danza del gabbiano (La dansa de la gavina)



 
"Ara ja no se'n veien gaires, de gavines; s'havien establert al poble, vés a saber per què. I a Montelusa, que era a deu quilòmetres de la costa, n'hi havia centenars, com si els ocells s'haguessin atipat de mar i no volguessin saber res de les onades. Com era que es rebaixaven a buscar el tiberi entre les escombraries en comptes de sortir a empaitar peix fresc? Per què acceptaven la humiliació d'haver-se de barallar amb les rates per un cap de lluç mig podrit? Era una decisió voluntària o és que en l'ordre de la natura s'havia modificat alguna cosa? De sobte, la gavina plegà les ales i es precipità contra la platja. Què devia haver vist? Però quan el bec va tocar la sorra, en lloc de reprendre el vol amb la presa ben agafada, es va com desinflar i es convertí en un grumoll de plomes lleugerament sacsejades per la brisa del matí. I si li havien disparat? És clar que, de tret, ell no n'havia sentit pas cap. I qui podía ser tan idiota de posar-se a disparar contra una gavina? L'ocell, que devia ser a una trentena de passes del porxo, era mort, això segur. Però, de cop i volta, mentre en Montalbano encara l'observava, va experimentar una mena de tremolor, s'aixecà amb penes i treballs sobre les potes, s'inclinà de costat, obrí una ala, la que tocava a la sorra, i es va posar a giravoltar sobre ell mateix, de manera que la punta de l'ala dibuixava un cercle al seu voltant mentre mantenía el bec hissat enlaire en una postura antinatural que l'obligava a torçar el coll. Què feia, ballava? Sí, ballava i cantava. O més que cantar, emetia un so ronc, desesperat, com si demanés ajuda. I de tant en tant, sense deixar de giravoltar, estirava el coll tan amunt com podía i feia anar el bec endavant i endarrere, com un braç i una mà que volguessin col.locar una cosa al prestatge de dalt de tot i no hi arribessin. En Montalbano saltà a la sorra i en un tres i no res l'atenyé. La gavina ni tan sols semblava adonar-se de la seva presencia, però al cap de ben poc els giravolts començaren a perdre ritme, cada cop més vacil.lants, fins que l'ocell, després d'un darrer aüc tan fort que va semblar humà, perdé el suport de l'ala, es deixà caure de costat i expirà. 'Ha dansat la seva mort', va pensar el comissari, impresionat per l'espectacle."
Esta "danza del gabbiano", esta danza de la gaviota es el hilo conductor de este relato, en que la desaparición del inspector Fazio, hábil colaborador de Montalbano, inicia una intriga en la que se suceden tres muertes, dos asesinatos, un intento de homicidio, y una trama en la que se mezclan mafia, corrupción, tráfico de armamento químico y sexo. Montalbano irá resolviendo con su habitual habilidad la trama, en la que también interviene una mujer, Angela, que será la enésima candidata a amante frustrada de Montalbano. Una cosa a remarcar, una curiosidad (o más bien dos): en esta novela, el autor fusiona al personaje Montalbano, con su alter ego televisivo, el actor Zingaretti, al inicio del relato, en un diálogo con Livia, su eterna candidata a novia," – Ja seria mala sort que ens trobéssim que precisament ara roden un episodi de la sèrie… És que els fan justament allà. – I a tu què, perdona, eh? – Com que i a mi què? I si resulta que em topo de morros amb l'autor que fa de mi…, com se diu…, Zingarelli… - Es diu Zingaretti, no dissimulis que ho saps perfectament. El Zingarelli és un diccionari. (…); luego, casi al final del libro, a quien nombra es al mismo autor, Camilleri, "Tant de bo ell també es pogués estalviar de continuar explicant la seva a en Camilleri". Una curiosa simbiosis…

 

Els pous de glaç

Avui parlaré d’una activitat que avui ja s’ha abandonat, però que fins a mitjans de segle XX van estar a ple rendiment, fins a la introducció dels primers frigorífics. Es tracta dels anomenats pous de glaç, o també anomenats segons les parts d’Espanya on es troben com neveros, pozos de nieve, cava de neu, pou de neu, pou de gel, elurzulo, cases de neu, neveres o ventisqueros.

Els pous de glaç són uns pous excavats, de forma normalment cilíndrica,  en el sòl, amb murs de contenció, fets de pedra,  de petites o grans dimensions i inclús amb sostre, sovint en forma de cúpula semiesfèrica, també feta de pedra, sent aquesta part la més visible, que disposa d’unes obertures per a la introducció de la neu i posterior extracció dels blocs de glaç. Se solen trobar en llocs d’una certa altitud i amb glaçades intenses a l’hivern i no gaire lluny dels nuclis de població on es venia el gel. Es feien en llocs obacs i frescos, amb aigua embassada a prop.  La construcció excavada en el sòl conservava la frescor, amb la qual cosa la qualitat dels blocs de glaç era immillorable. Podien arribar a tenir entre nou i onze metres de profunditat i un diàmetre de entre sis i nou metres.

Esquema d'un pou de glaç (font: Internet)

Abans que hi haguessin fàbriques de gel, i evidentment, els primers frigorífics elèctrics, la producció, emmagatzemament i distribució de gel produït a pous de glaç va esdevenir una activitat important en el medi rural.

La seva producció es feia de la següent manera: es produïen capes de gel a partir de la neu acumulada, d’un gruix que fos prou consistent, a prop d’un pam, i es trencava amb unes maces fins a formar uns blocs consistents, que es duien al pou de glaç. Les diferents capes de blocs de gel s’anaven dipositant, trepitjant-les per compactar el gel,  separades per capes de palla o boll (pellofes del gra de blat), o branques per evitar que el glaç s’enganxi i formi capes més gruixudes i més difícils de separar. Quan el pou era ple, o no es podia recollir més glaç, es tancaven les obertures amb lloses i es recobrien amb branques, conservant el gel per l’aïllament causat pel soterrament i el seu interior era molt fresc, fins i tot en època estival, conservant el glaç durant mesos. Aquesta activitat necessitava de molta ma d’obra a l’hivern, però també podia sofrir fluctuacions, depenent dels cicles climàtics (anys amb més dies de neu i fred o anys més escassos). Evidentment, en aquest cas, ja hi havia sistemes de conservació d’aliments alternatius, com les salmorres, els salaons, els adobs o les conserves al bany maria, entre d’altres.

Quan arribava la calor, els traginers eren els encarregats de la distribució del gel. Carregaven els blocs en carros o en els lloms dels animals de càrrega, protegint com podien el gel del desglaç, envoltant-los de palla o branques, i viatjant de nit a la fresca, encara que en el camí podien patir una important pèrdua per desglaç. Després el gel es venia a les grans concentracions poblacionals a pes.

Els seus usos terapèutics, medicinals, però sobretot de conservació d’aliments, van fer d’aquesta activitat una de les més importants a àmbits rurals.

Però això fou fins als anys seixanta del segle XX. Fins llavors s’havia d’anar a comprar barres de gel per alimentar les primeres neveres domèstiques. L’aparició dels primers frigorífics elèctrics i del gel industrial, va fer que tot aquest ofici, el de nevater, i aquesta activitat quedés obsoleta, i per tant, hagi desaparegut. Però són nombroses les evidències que en queden al territori. Aquests són alguns dels pous de glaç que encara resten en el país:

-          Al País Valencià, tenen un gran nombre de neveres antigues. Destaquen les caves d’Agres i d’Ibi, a Alacant, aquesta última una de les zones de producció de gelats més importants de la Península. També destaquen les de Salem, Benigànim, Castelló de Rugat, a la Vall d’Albaida, a Beniatjar, a Barx i prop d’Alcoi, al Parc Natural del Carrascar de la Font Roja. A Bocairent, hi ha un pou de glaç, que és ara el Museu de la Neu. Al nord de la comunitat, a la Mola d’Ares, també acull un Museu, i un altre de visitable, es troba a Morella. També se’n troben a les serres al voltant de Castelló.

-          A Mallorca, se n’han contat fins a un total de quaranta, sent les més importants a la serra de Tramuntana, sobretot les de Galilea.

-          A Catalunya destaquen algunes. A les Escaules, a l’Alt Empordà, a la Serra de l’Obac, a la Serralada Litoral, com la de Canyamars, a Maçanet de la Selva, sota la Serra del Montseny. Al Moianès, on se’ls anomena poues, destaquen les de Castellcir, Castellterçol i Sant Quirze Safaja. També n’hi ha a Oliana, i a les zones de l’interior del país.

-          A la toponímia destaquen molts noms que recorden l’abundància d’aquestes instal·lacions en el territori.

-          A la Península, a la resta de l’Estat, també hi trobem mostres importants d’aquesta activitat, molt important al País Basc, a l’Aragó, a Castella i a Llevant. 

domingo, 2 de junio de 2013

Els oficis perduts: les bugaderes: Qui té roba per rentar?


Al crit de "Qui té roba per rentar, qui té roba per rentar?", les bugaderes anaven carrer per carrer, sobretot a les zones benestants de Barcelona, amb els seus carretons per buscar roba per rentar.
Les bugaderes eren, sobretot, dones que, de forma professional i com a mode de vida, es dedicaven a rentar la roba dels altres. A Barcelona, tenien molta fama les bugaderes d'Horta, poble independent de Barcelona fins ben bé als principis del segle XX, i que era una zona abundosa en aigua i en petites basses, que s'aprofitaven a mode de petites bugaderies, on aquestes dones es dedicaven a rentar la roba que portaven de la ciutat. Era, per exemple, la zona de la Clota, una zona molt abundosa en aigües, i la riera d'Horta era anomenada la riera de les bugaderes.
Fins el segle XIX, no totes les cases disposaven de safareig, i molt menys d'aigua corrent. L'aigua de consum es treia de pous, cisternes, dipòsits d'aigua habilitats per recollir aigua o les nombroses fonts que hi havia a la ciutat. No hi havia rius fins al Llobregat o el Besòs, i hi havia torrents, que només duien aigua quan plovia. Un dels únics corrents continus d'aigua que arribava a la ciutat era el famós Rec Comtal, del que tindrem una entrada al blog per parlar-ne. A les cases modestes, la roba es rentava en gibrells o poals. Les bugaderes, que eren vistes com un servei de luxe per a cases benestants, esdevenen, en molts casos, una necessitat per la manca de condicions per poder fer la bugada.
Només a Horta, hi va haver més de vuitanta negocis de bugaderia, esdevenint el carrer d'Aiguafreda, per exemple, com una de les zones d'Horta amb més bugaderies. Les bugaderes d'Horta tenien fama de treballadores netes i endreçades. Baixaven a Barcelona amb els seus carretons, i com dèiem a l'inici anaven buscant roba per rentar al crit de "la bugadera, qui té roba per rentar?". Anaven carregades d'uns enormes sacs blancs, on recollien la roba bruta i retornaven la roba neta.
Portaven la roba fins als safarejos, que solien tenir dos dipòsits independents, un per ensabonar la roba, i l'altre per esbandir-la. Es tractava de petites basses grans, amb lloses inclinades, on s'ensabonava i es fregava la roba per treure-li tota la brutícia. Es feien servir sabons elaborats de forma artesanal, barrejant olis i cendra, i fent bullir aquesta barreja en una olla amb sosa i aigua, durant unes hores, a foc lent. Quan es refredava, el sabó se solidificava. També es feien servir altres productes, com les herbes saboneres, que en refregar-les a la roba, en contacte amb l'aigua, desprenien una mena de sabó, que també era un gran detergent natural.
Per una altra part, en unes calderes hi havia el lleixiu, que els mossos de safareig traginaven en galledes, i que es feia servir per blanquejar la roba.
El procediment de rentat era rudimentari, però deixava la roba ben neta. Es mullava la roba, es fregava bé amb el sabó, es colpejava bé amb una pala de fusta, per acabar de treure bé tota la brutícia, i es portava a assecar a grans estenedors de roba. Les peces més grans es posaven en grans cubells, plens d'aigua calenta, que es tapaven en uns draps espessos de cànem o lli, que es cobrien amb cendra i fulles de llorer. La roba es deixava en remull. La cendra, amb abundant carbonat potàssic, provocava una reacció amb els greixos de la roba bruta i provocava la saponificació. A vegades, s'afegia una mica de lleixiu, i es deixava en remull.
En tot això, es cobraven unes quantitats mòdiques per l'ús del safareig o del lleixiu, que permetés que es mogués el negoci.
La introducció dels sabons industrials en pastilla, va facilitar la feina, deixant de banda l'ús de sabons fets de manera artesanal. La introducció de safarejos a les cases per l'arribada de l'aigua corrent i la posterior arribada de les rentadores elèctriques van ferir de mort el negoci de les bugaderes artesanals. Va restar, això si, el negoci de la bugaderia i la tintoreria, però ja de forma industrial.
Això si, ens van deixar dites molt arrelades, com la de fer safareig o passar la bugada, que té el significat de fer repàs de les xafarderies. Sovint, s'ha utilitzat el nom de la bugadera com a sinònim de xafarder o del que en castellà s'anomena "correveidile". La feina de les bugaderes, sovint en safarejos comunals, era en grup i permetia la tertúlia, on es feia repàs de tot allò que passava en el barri o la ciutat, sobretot, les xafarderies, moltes vegades de les cases benestants d'on es recollia la roba per rentar. Altres com Ai senyor! Tanta roba neta i tant poc sabó i tan neta que la volen, o la de Perdre un llençol a cada bugada, també feren del negoci de la bugaderia una font de creació de dites populars, que avui ja s'estan perdent, malauradament.
Us enllaço amb un reportatge que fa uns anys el canal Locàlia va fer sobre la memòria de les bugaderes d'Horta.
L'enllaç és http://www.youtube.com/watch?v=6dwSDEFO36k