Hoy hace un año exacto, volvía de Galicia de hacer el Camino a Santiago, exactamente, de Verín (en Ourense) a Santiago de Compostela. Ya era la segunda vez que hacía un Camino a Santiago, ya que hace unos quince años, realicé el tramo comprendido entre Ponferrada y Santiago de Compostela, del Camino Francés, y en el futuro, no descarto volver.
Pero que me empuja a mí, y a tantos miles de personas anualmente a hacer unos pocos o tantos muchos kilómetros de peregrinación a pie, a caballo o a bicicleta… Es verdad que, en las últimas épocas, no solamente se ha convertido en un verdadero negocio turístico – cultural, que está siendo promovido en todos los frentes, desde el institucional hasta el privado, y también es verdad que se ha desvirtuado un poco su visión más religiosa o mística, para ser más vista desde un punto más turístico, cultural o deportivo.
Pero la fe mueve montañas, o eso dicen, y aunque muchos no seamos religiosos, nos mueve una fe mundana, algo místico y maravilloso como ver que la gente aún hoy tenga fe en algo, en Dios, en un ser superior o, en algo más profundo, el sentir de la fe en la gente, ver como en todo esto se mueven sentimientos de amistad, solidaridad… Y todo esto se reproduce, en menor o mayor medida en el Camino.
Uno puede ir a hacer la peregrinación con un sentido de meditación, de tener un tiempo de soledad para reflexionar sobre uno mismo y sobre los demás y lo demás que le rodea, lo mundano y lo religioso (si se quiere)… Pues a pesar de ser un camino más bien pensado en sentido religioso y cristiano, tantos somos los que lo hacemos por un sentido diferente, pero no menos místico y de reflexión.
Luego afloran esos sentimientos de amistad y solidaridad, entre los peregrinos, y éstos con la población de los lugares que se van atravesando. Sólo hace falta ver el gran sentido de esfuerzo y solidaridad que se ha visto estos últimos días con el accidente del Alvia, que tantos muertos ha causado, y la solidaridad que ha levantado entre los vecinos de Angrois, lugar por el que pasé el año pasado, ya en el final de mi periplo, y a lado de las vías por las que pasé, en mi peregrinar ya cansado pero contento por llegar a la meta.
Esa fe, esa solidaridad, esa amistad, la de la gente que te ofrece agua cuando estás sediento, que te ofrece cobijo cuando no lo encuentras, o que te ayuda cuando no te encuentras bien, o la que es capaz de bajar a un tren siniestrado e intentar salvar vidas, esa fe en la gente, esa fe también religiosa, admirable, que es capaz de mover a tanta gente, eso… es el verdadero sentido del Camino de Santiago… No lo es obtener la bula, o la Compostela… Eso quizás la primera vez te importa. Después el verdadero sentido de todo es, ante todo, reflexión, meditación y la fe en las personas… Eso es lo que verdaderamente importa…
Un recuerdo a las víctimas del Alvia en Angrois, parroquia de Santiago de Compostela. Para que no caigan en el olvido. Este es su camino en la arena…
Cadevano le goccie
La pioggia cadeva su di me
E io vicino a Santiago
Ancora no lo vedeva
La nebbia è caduta sulla città
Si vedevano soltanto
I pinacoli del Duomo
Mi sono messo a piangere
Pensando a me, ai miei
E a tutti quelli che
Hanno messo uno sforzo
Una mano, un aiuto, una fede
Tutto quello che mi fa pensare
Che l'umanità
Ancora può salvare il mondo.
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