En esta entrada el Geonauta rinde homenaje a una de las muchas poblaciones que, tras la construcción de un pantano, queda bajo el agua, quedando en la memoria, en la retina de los suyos, el recuerdo de su viejo pueblo, sepultado bajo las aguas. Podríamos hablar de tantos, desde Sant Romà de Sau, la Baélls o la más reciente Tiurana, sepultada bajo las aguas del embalse de Rialb, pero mi memoria me lleva a un pueblo conocido por mi, y que además se ha hecho famoso mundialmente, gracias a las novelas de Jesús Moncada, autor de títulos como Camí de Sirga, Estremida memoria, El café de la granota o Calaveres atònites, entre otros. Se trata de Mequinenza, un pueblo de Aragón, en el límite con Catalunya, en donde se habla un dialecto del catalán, el miquerensà o mequinenzano, y donde tengo parte lejana de mi familia materna.
Que recuerdos tengo yo de Mequinenza. Los recuerdos de la casa de la tía Antonieta, subiendo por las escaleras de su casa, con un olor de conservas de fruta y de orejones de albaricoque, en su casa nueva, en el pueblo nuevo. Desde pequeño me cautivó ese pueblo, hecho totalmente de nueva planta, para ubicar a los habitantes del Poble Vell, inundado en gran parte por las aguas del pantano de Riba-roja, por las aguas del Ebro, que por esas tierras une sus aguas al Cinca y al Segre, en esa zona denominada Aiguabarreig, una zona natural de alto valor ecológico, justo en donde los tres ríos se unen, y se conforma uno de los puntos donde se concentra mayor cantidad de agua fluvial en España, y la más importante de la cuenca mediterránea peninsular. Llegas a Mequinenza, y te topas con una población de planta ordenada y sin nombres de calles, sino nombradas con letras y números. La tía Antonieta vivía en la calle G, cerca de la plaza del Ayuntamiento. Recuerdo de su casa una gran foto en donde salía una gran estampa del Poble Vell, ese pueblo viejo que tanto ha retratado en sus novelas Jesús Moncada, cuyo libro Camí de sirga ha sido traducido a tantos idiomas, y algunos de ellos tan lejanos, como el vietnamita o el japonés, que la memoria de este pueblo ha sido exportada alrededor del mundo. Pregunto a mi madre, que si tiene en su memoria el Poble Vell, y ella si que me habla de las casas y calles de la Mequinenza anterior a 1970, esa Mequinenza derruida e inundada por las aguas. Y también recuerda algo que coincide con mi memoria: el olor de conservas y orejones, que colgaban en los graneros de las casas viejas. Me habla de las plazas porticadas, de la plaza de Armas, del Bar Sport, entre tantas cosas y otras anécdotas que puede explicar de ese pueblo. Ahora, a continuación, voy a volcar algún retazo de Camí de Sirga, en el cual se destacan detalles importantes sobre como Mequinenza, el Poble Vell, sucumbió bajo las aguas.
"Els primers rumors provocaren un cert enrenou –recordava el vell, aturat sobre les runes del carrer de la Muralla–, però ningú no els va prendre gaire seriosament: una tronada d'estiu sense conseqüències. Se'n parlaria uns mesos, com s'havia parlat antany altres vegades, hi hauria una mica de soroll i el terrabastall tornaria a esmorteir-se fins la propera revifalla. Tanmateix, aquell cop la predicció va resultar falsa. Els rumors es feien insistents, els diaris començaren a parlar-ne, la inquietud va créixer i, davant l'estupefacció de tothom, un dia dels carnavals del 1957, enmig de l'eufòria de balls i cercaviles, començà l'invasió.
Els camions carregats de gent forastera arribaren per la carretera de Lleida, els motors potents silenciaren l'aldarull festiu i moltes cares van esglaiar-se darrere les màscares. Els vehicles no s'aturaren a la població; van seguir un parell de quilòmetres Ebre amunt pel camí del Riber però el seu pas havia deixat un rastre d'inquietud. Les màscares van dispersar-se i la negror humitosa que succeí a un dia de boires denses en què els cargols malencònics dels vaixells havien sonat sense parar, barrejats amb els crits de les gavines enllà de les aigües fumoses dels molls, fou la primera de les nits d'angoixa que havien de jalonar el futur de la vila.
Arribaren camions durant dies i dies; el mur de l'Ebre vibrava al seu pas. El temps dels rumors havia acabat: anaven a tallar l'Ebre amb dos pantans enormes. Un d'ells, riu amunt, a poca distància de la vila; l'altre aigües avall, a Riba-roja. El segon havia de colgar Faió i la vila sota les aigües.
Recordava el desastre: màquines i gent entraven a les finques sense permís; els topògrafs s'escampaven pel terme amb els seus aparells, mesuraven cotes i alçaven plans; els obrers muntaven barraques prefabricades de fusta on entaforar-se a les vores de l'Ebre mentre la població intentava defensar-se de l'agressió brutal, calculada per crear desànim i evitar qualsevol intent de resistència.
- Volen fer electricitat –exclamava Joanet del Pla al Cafè del Moll, tot calcant els comentaris que esclataven continuament a qualsevol punt de la vila.
- Si, a les nostres costelles…
- Dos pantans.
- I nosaltres al mig.
- Quina cabronada!
(…)
Poc abans del tancament de les comportes del pantà de Riba-roja, la pluja va despenjar-se amb violència sobre la vila demolida i deserta. Les barrancades de la serra del Castell es precipitaren amb fúria sobre els molls, trencaren les amarres podrides del cementiri dels llaüts i els dispersaren. A la deriva en un Ebre furiós que havia oblidat els solcs de les quilles i la cadència de les vogades, van sotsobrar per colls i pedrets. El Verge del Carme va asclar-se enfront de l'Illa dels Tretze Sants, la proa s'encallà entre els àlbers de la vora. Quan el riu va deixar, ningú va reconéixer les restes de la nau; la rabior de la riada havia esborrat les lletres del tercer nom. El vell Neptú, avarat amb discursos, banderes i música al moll de les Vídues un dels dies esplendorosos de l'Edèn, era per sempre més una carcassa anónima de fusta morta"…
(fragmentos de Garbinada negra i Epíleg: exili sense retorn, en Camí de sirga, de Jesús Moncada)
Camí de Sirga, la lectura del cual recomiendo, evoca la historia de Mequinenza y los últimos años del pueblo viejo, que sucumbió, en su mayor parte, bajo las aguas del pantano de Riba-roja. Fayón tuvo peor suerte, y sucumbió totalmente bajo las aguas. Sus habitantes casi tuvieron que ser sacados a la fuerza por la Guardia Civil, cuando las aguas ya cubrían e inundaban sus calles, para ser recolocados en el impersonal pueblo nuevo que construyeron por encima del Ebro, de la misma manera que se construyó el nuevo Mequinenza, también impersonal, de casas prácticamente idénticas, a un par de kilómetros aguas arriba, en la ribera de las aguas del Cinca y el Segre. Al haberse novelado por Moncada, y ser una de las novelas en catalán más traducidas en tantísimos idiomas, ha hecho que Mequinenza sea reconocido. Hoy en día, Mequinenza no tiene la misma importancia que años atrás, cuando era un importante puerto fluvial y centro de una importante actividad minera, ahora precisamente amenazada por la crisis del carbón. Una villa que llegó a tener más de cinco mil habitantes y que ahora sobrepasa levemente los dos mil. Ahora, con la producción de carbón seriamente amenazada, la economía se basa, principalmente en la actividad industrial (Arbora-Ausonia, entre otras empresas) y en la actividad turística, centrada en la pesca y los deportes acuáticos, a la que se añadió hace dos años el Museo de Mequinenza, situado en las antiguas escuelas del pueblo viejo, que tiene espacios dedicados a las minas, a la naturaleza y, sobre todo, a la historia de Mequinenza y un importante espacio dedicado a Jesús Moncada (1941-2005), Premio de las Artes Aragonesas y Creu de Sant Jordi (2004), que tanto inmortalizó la población en sus novelas. El nuevo pueblo, impersonal y ordenado, se encarama a las aguas del Aiguabarreig de Cinca, Segre y Ebro, esas aguas de tan importante cantidad y caudal que provocaron la construcción de los monstruosos pantanos de Mequinenza y Riba-roja, que provocaron la muerte bajo de las aguas de los pueblos de Fayón y Mequinenza. Recomiendo una visita a estas áridas y, a la vez, húmedas tierras, y bajo el castillo, visitar esta zona de contrastes naturales, entre la sequedad monegrina y la humedad de la ribera del Aiguabarreig, de contrastes culturales, una población aragonesa de lengua catalana, y que se puede complementar con la visita a Fraga y Caspe, Fraga, aguas arriba del Cinca y Caspe, aguas arriba del Ebro, donde se puede saborear más de lo mismo, naturaleza y cultura…
Un complemento. Para más información, podéis entrar en las siguientes páginas web:
- Una interesante galería de fotos sobre el Poble Vell en la web del Ayuntamiento, donde también encontraréis abundante información turística. www.mequinensa.com
- También podéis encontrar abundante información y con enlaces a otras webs en la web del museo de Mequinenza. www.museomequinenza.com
- Sobre Jesús Moncada, Camí de Sirga y sus otras obras relacionadas con Mequinenza, sobre los diversos espacios literarios en los que fundamenta su narración. www.jesusmoncada.cat