“AFFARI (NEGOCIOS). Seguro que el joven
Bernardo Provenzano le tomó el gusto a los negocios cuando, como lugarteniente
del capo corleonés Luciano Liggio, ejerció de cobrador para una pequeña agencia
financiera creada por el jefe y que servía básicamente para blanquear dinero. Y
por esta razón se ganó el apodo de ‘u
Raggiunieri, el Contable.
Más
tarde se hizo con el control del abastecimiento sanitario de muchos hospitales
y algunas empresas inmobiliarias, y se infiltró en ciertos sectores de la
distribución al por mayor en los supermercados.
Una
vez alcanzada la autonomía tras la desaparición de escena de Liggio, entró
directamente en los grandes negocios de las contratas de obras públicas como
único protector oficioso, y también oficial, de otro corleonés, Vito Ciancimino
(democristiano seguidor de Amintore Fanfani cuyo máximo exponente en la isla
era el diputado Gioia), el cual fue elegido por primera vez como miembro de la
junta municipal de Palermo en 1956. Entre 1959 y 1963 se alternó con Salvo
Lima, de la misma corriente política, como concejal de Obras Públicas.
Fueron los años indignos del llamado “Saqueo de Palermo”.
A
instancias de Ciancimino y Lima, la junta municipal concedió durante aquel
mismo periodo nada menos que 4205 licencias de construcción, el ochenta por
ciento de las cuales se otorgó a sólo cinco empresas cuyos titulares eran
apenas o nada conocidos en el sector. En efecto, uno de ellos resultó ser un
comerciante de carbón y otro un ex albañil que trabajaba como portero de un
inmueble que, teóricamente, él mismo había construido. Eran simples testaferros
de la mafia.
Se
trataba, vale la pena recordarlo, de inmuebles subvencionados con fondos
públicos. Y detrás de todo ello se encontraba Provenzano.
En
esos mismos años, dicho sea de paso, el cardenal arzobispo de Palermo, Ernesto
Ruffini, tras haber proclamado en distintas ocasiones, de palabra y por
escrito, que la mafia era un perverso invento comunista, cambió ligeramente de
estrategia en una carta pastoral titulada El
verdadero rostro de Sicilia, en la cual se reconocía la existencia de la
mafia, aunque se puntualizaba que ésta no se distinguía en absoluto de las
demás actividades criminales que tenían lugar en Italia. Según el cardenal, los
que se empeñaban en mostrarla como distinta a través de una conspiración
mediática eran los comunistas.
En
1964, como consecuencia de una investigación de la Comisión Antimafia, Ciancimino
se vio obligado a dimitir. Pero en 1970, se tomó la revancha, pues llegó
incluso a convertirse en alcalde de Palermo. Provenzano había conseguido que
todos los votos que la mafia controlaba convergieran en Ciancimino.
Obligado de nuevo a dimitir, siguió trabajando en la sombra hasta 1984,
año en que fue finalmente detenido. Sin embargo, la condena definitiva sólo se
dictó en 1992.
El
12 de marzo de aquel mismo año, su ex compañero de negocios Salvo Lima, que se
había pasado de Fanfani a Andreotti y convertido en eurodiputado, fue asesinado
por sus ex amigos bajo la acusación de no haber cumplido las promesas hechas
antes de ser elegido.
La
caída política de Ciancimino y su detención debieron de causar un considerable
perjuicio a Provenzano. Sin embargo, gracias a aquella colaboración, Provenzano
había adquirido, aparte de una fortuna de miles de millones, una convicción muy
concreta, a saber: que los negocios podían llevarse a cabo con sordina, sin
necesidad de hacer scrusciu, sin
recurrir a las armas.
Cierto que la intimidación era en cualquier caso necesaria aunque no se
formulara de manera explícita. Cuando, sentado a su célebre “mesa” con un
empresario, pedía un abultado pizzo (una
comisión), ni siquiera necesitaba amenazar pues el empresario sabía muy bien
que detrás de Provenzano estaba todo el poderío de fuego mafioso.
Era,
en suma, como si el presidente de Estados Unidos pretendiera apoderarse de una
cuarta parte del territorio de San Marino y se pusiera a discutir semejante exigencia
con el gobernante de dicho Estado, pero se presentara sólo en calidad de
ciudadano.
Desde la clandestinidad, Provenzano siguió dirigiendo negocios y
concesiones de obras públicas aunque éstas ya no fueran como las de la época
dorada de Ciancimino.
En
el cobro del dos por ciento exigido como pizzo
sobre contratas y obras varias, Provenzano no transige, los pizzini hablan más claro que el agua:
todas las empresas tienen que “ponerse en regla”, pagando lo que les
corresponde.
…hay
un Emp. De Favara, Empresario Giuseppe Bellomo, Que está haciendo obras x
importe de mil millones y dosscientas mil liras, y quisiera saber, si se puede
y se pone en regla…
Pollara x Lercara, ahora dile que traiga el 2%...
Emp.
Iraci que tiene que hacer unas obras de consolidación en Belmonte M… y
…quiero que se ponga en regla…
…te
había dicho que pusieras en regla al emp. Catalano… Pásalo…
La empresa Mario
Manciapne de San Giovanni Gemini… que se ponga en regla…
Y lo mismo con centenares de empresas repartidas
por toda Sicilia. El volumen de negocios es sencillamente impresionante.
Todas las empresas, tarde o temprano, acaban
por comprender que “ponerse en regla” les resulta beneficioso. Y que es una
expresión equivalente a la del Estado cuando invita a los ciudadanos a
“regularizar su situación” con los impuestos.
Sólo que, en el caso del Estado, a menudo y
de muy buen grado la invitación no es atendida. Total, a diferencia de lo que
ocurre con la mafia, el Estado no te pega un tiro ni te incendia las obras si
no cumples.
Palazzolo y Prestipino, autores de la obra Il codice Provenzano, comentan:
Según
la teoría de Bernardo Provenzano, el pizzo sistemático que en los barrios
siguen pagando periódicamente los comerciantes, artesanos y pequeños
empresarios constituye un vejamen infligido a quienes producen, y a menudo
origina malhumor y desacuerdo. En cambio, la puesta en regla de las obras públicas
es una ocasión para crear consenso: permite abordar a los empresarios, a los
cuales se prometerán ventajas a cambio del pago de un impuesto.
Provenzano, como buen raggiuneri que era, tenía empeño en mantener todas las cuentas en
perfecto orden.
Se mostraba inflexible y despreciaba a
aquellos de los suyos que retrasaban la entrega de una suma cobrada.
En cambio, era flexible con la cantidad del
dos por ciento: estaba dispuesto a rebajarla si la empresa resultaba sincera al
pedir una reducción, e incluso procuraba apaciguar las peticiones mafiosas de
un porcentaje mayor.
Todo ello para enriquecerse cada vez más,
naturalmente.
Pero hay que tener en cuenta que Provenzano
siempre necesita dinero porque mantener en perfecto funcionamiento la
organización mafiosa resulta muy caro. Cada detención y cada juicio conllevan
gastos enormes, y también el mantenimiento de las situaciones de
clandestinidad. Además, debe proporcionarse ayuda económica a los detenidos y
sus familias para evitar que las condiciones de incomodidad puedan provocar una
inclinación al arrepentimiento.
El último pizzino de negocios que Provenzano no consiguió enviar porque fue
detenido estaba dirigido al fiel Calogero Lo Bue:
Queridísimo… te confirmo
que he recibido para mí y f. 4mil E.
Pero la suma ya había sido transferida a la
perfectamente ordenada caja registradora.”
(extracto de
Vosotros no sabéis, de Andrea
Camilleri)
Bernardo Provenzano, el capo supremo de la
Cosa Nostra, la mafia siciliana, sucesor del sanguinario Totò Riina y de tantos
otros capos, es localizado y detenido en abril de 2006 en Montagna dei Cavalli,
en una casa de campo cerca de la población siciliana que ha dado nombre al más
famoso clan de mafiosos de Sicilia, Corleone. A las investigaciones derivadas
de su detención, la policía y la fiscalía descubren el sistema con el que
Provenzano había dirigido y organizado la mafia siciliana, a través de órdenes
filtradas en un sistema un tanto rudimentario, pero seguro y efectivo, de
mensajes cifrados y mecanografiados, los pizzini,
que, a través de un sistema de correos (familiares y cómplices), hacían llegar
a sus destinatarios.
A través de la lectura y desciframiento de
estos pizzini, se han hecho
importantes descubrimientos e indagaciones sobre las actividades mafiosas, sus
extorsiones, órdenes de asesinato, etc., y sobre todo, se han descubierto más
datos sobre este enigmático capo de la mafia siciliana, llamado Bernardo
Provenzano.
Este libro, escrito por uno de los más
famosos escritores italianos actuales, Andrea Camilleri (Sicilia, 1925),
creador de unos de los personajes más exitosos de la novela negra actual, el
comisario Montalbano, es una suerte de diccionario de términos mafiosos, desde
los cuales va desentrañando el mundo de la mafia siciliana y hace un poderoso
retrato de la organización criminal más famosa e importante de la Italia
moderna, y del personaje Provenzano y todo lo que se derivó de su detención,
plagado con numerosas anécdotas.
Si bien Camilleri no había tratado sino de
una forma muy orillada el tema de la mafia en sus obras, en este libro se
retrata y escribe abiertamente sobre algo que, como siciliano, conoce
plenamente. Y es que Vosotros no
sabéis (título original Voi non
sapete, edición en castellano de Ediciones Salamandra, 2008), es,
esencialmente, un breve pero intenso tratado sobre la mafia, hecho a través de
palabras que sirven para guiar el relato del autor, muchas de ellas extraídas
de esos mensajes cifrados, hechos en papelitos que se metían en dobladillos de
pantalones o en otros sitios recónditos para pasar desapercibidos a la policía,
y llevados a sus destinatarios de las formas más rocambolescas posibles, esos pizzini.
Un “diccionario” de poco más de cincuenta
términos, sobre los que ilustra la figura de Provenzano y la organización de la
Cosa Nostra, de los cuales yo destacaría por su importancia los siguientes:
·
AMMAZARE (MATAR): ordenó más de cuarenta asesinatos, entre ellos
el del juez Falcone, pero intenta evitar asesinatos que puedan ser contraproducentes.
·
ARMI (ARMAS): la arma símbolo de la mafia es la lupara, una especie de escopeta de
cañones recortados, aunque usan también kalashnikov, coches bomba, tnt,…
·
BIBBIA (BIBLIA): una de las únicas lecturas de Provenzano en su “latitanza”.
Es un gran libro de claves para sus pizzini.
·
CIFRARIO (LIBRO DE CLAVES): usaba de claves, formadas principalmente
por números, para designar personas a las que se destinan los mensajes o
pizzini.
·
CORLEONESITÀ (CORLEONESIDAD): ADN de los mafiosos, hábitos y
costumbres.
·
FAMIGLIA (FAMILIA): El mafioso tiene dos familias: la privada y la
mafiosa, a las que evidentemente hay que tener una fidelidad extrema.
·
GIUSTIZIA (JUSTICIA): está arraigada entre los sicilianos la
desconfianza en la justicia. La Mafia, en este sentido, propone una justicia
alternativa a la del Estado, con sentencias peculiares para los diversos delitos,
visibles en el cadáver: para la traición, una piedra en la boca; para el que
quería irse, los zapatos en el pecho; para el delito sexual, los genitales
mutilados; para el que roba dinero, una chumbera en el bolsillo; por adulterio
con la mujer de un mafioso, los testículos en la boca,…
·
IMMERSIONE (INMERSIÓN): para Provenzano, hay que hacer olvidar a
cualquier precio la existencia de la mafia. No scrusciu, rumurata e burdellu.
Inmersión para recobrar la credibilidad ante una sociedad siciliana cada vez
más contraria a las acciones de la Mafia.
·
LATITANZA (CLANDESTINIDAD): Provenzano estuvo escondido durante
cuarenta años, desde 1963 hasta 2006. En principio estuvo escondido en diversos
sitios, aunque se movía con total libertad. Posteriormente, ante el acoso de la
policía y por la enfermedad, acabó en casas rurales, siendo su última morada un
casucho en el paraje denominado Montagna dei Cavalli.
·
MACCHINA DA SCRIVERE (MÁQUINA DE ESCRIBIR): escribía sus mensajes
cifrados, sus pizzini, en máquina de escribir, ya que según él daban una
seguridad por ser impersonales, sin contener trazas que le pudieran delatar.
·
MAFIA: en los pizzini, nunca se utiliza la palabra Mafia.
·
MAGISTRATURA: durante mucho tiempo, hubo una cierta impunidad para
los crímenes mafiosos, e incluso magistrados pro-mafia. Aquellos que se
atrevieron a tocar a la Mafia fueron asesinados, como el juez Falcone.
·
SISTEMA DEI PIZZINI (SISTEMA DE LOS PIZZINI): es un sistema
seguro, al descartar por fuerza el correo ordinario, el teléfono fijo y móvil,
susceptibles de ser intervenidos con facilidad. Lo escrito permanece, las
palabras se las lleva el viento…
·
PIZZINO (del siciliano PIZZINU): son esos pequeños mensajes, esas
misivas que contienen un breve texto escrito.
·
PIZZO: es una comisión que la Mafia se lleva en todos los
negocios, empresas, comercios de Sicilia. Se evalúa, más o menos en un 2% del
negocio.
·
RELIGIOSITÀ (RELIGIOSIDAD): muy presente en los pizzini, la
mayoría de los mafiosos son muy religiosos, o al menos lo fingen. Pero en
realidad son muy supersticiosos.
·
SISTEMA POSTALE (SISTEMA POSTAL): el sistema de envío de los
pizzini era lento y complejo, pero garantizaba un buen nivel de seguridad. Se
hacía a través de una enrevesada red de correos, personas que hacían y
deshacían caminos, para despiste de policías e investigadores.
·
VOI NON SAPETE (VOSOTROS NO SABÉIS): cuando el inspector Renato
Cortese irrumpe en el casucho de Montagna dei Cavalli y se encuentra a
Provenzano, redactando un pizzino, le dijo: “Usted es Bernardo Provenzano. Lo
declaro bajo arresto”. A lo que contestó: “Vosotros no sabéis lo que estáis haciendo”.
Andrea Camilleri destina los derechos de
autor de este libro de forma íntegra a la Fondazione Andrea Camilleri e
Funzionari di Polizia para los hijos de las víctimas caídas en acto de
servicio.
Si queréis saber un poco más sobre la Mafia,
no dudéis en leer este libro. Os lo recomiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario