viernes, 10 de abril de 2015

Aragón, ¿desierto demográfico?

Pardos, pueblo abandonado de la comarca de la Comunidad de Calatayud




   Continuando con los posts dedicados a la despoblación y el envejecimiento poblacional en Aragón, que empezamos en el pasado mes de marzo, con el post “El cierzo sopla sobre el secarral” , continuamos por donde lo habíamos dejado. Antes de empezar a hablar sobre la densidad de población, el punto justo donde lo habíamos dejado en la pasada ocasión, y sobre la dimensión poblacional de los municipios de Aragón, donde hablaremos de los denominados municipios terminales, voy a ilustrar este tema con un artículo de Roberto Pérez, publicado en ABC el 22.11.2012, en el que se habla precisamente de ello.

Ocho de cada diez municipios de Aragón, en peligro de extinción

   Ocho de cada diez municipios aragoneses están en serio peligro de desaparecer a medio plazo, bien porque ya están demográficamente heridos de muerte o porque sus censos han entrado en un declive que compromete gravemente su futuro. Una de cada cuatro localidades de Aragón están calificadas como “municipios terminales”, que en demografía se otorga a aquellas poblaciones que, por su escaso número de habitantes, la falta de niños y la alta tasa de envejecimiento caminan inexorablemente hacia la desaparición.

   En Aragón hay actualmente 162 “municipios terminales”. Y, además, esta Comunidad autónoma tiene otras 411 localidades están calificadas como demográficamente “muy viejas”, están justo en el peldaño previo, a un paso de ser catalogadas como “municipios terminales”.

   Todo esto hace que el panorama de conjunto sea muy complicado: en Aragón ocho de cada diez municipios están en vías de extinción o llevan firme camino de estarlo. Entre todos ellos suman ahora 184000 habitantes, menos del 15 por ciento de la población total que tiene la región.

   La pequeña localidad de Bagüés encabeza la lista de municipios terminales en Aragón. Sólo quedan una veintena de vecinos, y uno de cada cuatro tiene más de 65 años. Es el municipio en situación más crítica. Está en el Prepirineo, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas.

Profundo desequilibrio territorial

   El horizonte previsible, si nada lo remedia, es que cada vez más territorio de Aragón avanza hacia el desierto demográfico. Y las proyecciones hechas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) permiten ser poco optimistas.

   Progresivamente, la población aragonesa se ha concentrado en los núcleos urbanos y los censos de los pueblos se han ido estrechando. Más de la mitad de toda la población de Aragón reside en Zaragoza. Y sólo tres ciudades más superan los 20000 habitantes: las capitales de Huesca y Teruel, y Calatayud.
ABC (22.11.2012)

   El pasado post, lo dejamos con dos mapas sobre la densidad de población, uno por comarcas y otro por municipios, donde se puede ver claramente el profundo desequilibrio territorial que se produce en la comunidad aragonesa. Se ven claramente en los mapas los colores crudos y amarillos, que ilustran los municipios y comarcas más profundamente despoblados, frente a los colores rojos y granates, de las zonas con mayor densidad de población. Es de esta manera que mejor se ilustra la diferencia dentro del territorio aragonés, y donde se pueden distinguir claramente los territorios más despoblados y envejecidos, que van a ser objeto de nuestro estudio: el Pirineo y Prepirineo, sobre todo, las comarcas de las Altas Cinco Villas, Sobrarbe y Ribagorza, los Monegros, el Sistema Ibérico Zaragozano y, en general, la mayor parte de la provincia de Teruel. Pero vamos a analizar, por partes, los datos que se extraen de ello.

   Aragón, con una extensión de 47.720 km2  y una población en 2012 de 1.349.467 habitantes, 671.898 hombres y 677.569 mujeres, con una bajísima densidad de población, 28 habitantes por kilómetro cuadrado, y con comarcas en que la densidad de población es aún menor (Maestrazgo, Sierra de Albarracín, Gúdar – Javalambre y el Sobrarbe superan, por poco, los 3 habitantes por kilómetro cuadrado, y nueve comarcas más no llegan a los diez habitantes por kilómetro cuadrado, y sólo cinco superan la media autonómica, Zaragoza comarca, Cinca Medio, la Ribera Alta del Ebro, Tarazona – Moncayo y el Valdejalón). Las áreas más despobladas de la comunidad coinciden con las comarcas turolenses, el Sistema Ibérico zaragozano y en la zona del Prepirineo, con áreas donde los diez habitantes por kilómetro cuadrado serían todo un récord. 

   Es en estas áreas donde abundan la mayor parte de los municipios de menos de cien habitantes, siendo cincuenta y cuatro los municipios con población menor a cincuenta habitantes, siendo los más despoblados por provincias, en 2011, Palo (Sobrarbe), con 29 habitantes, en la provincia de Huesca; Salcedillo (Jiloca), con 8 habitantes, en la provincia de Teruel; y Balconchán (Campo de Daroca), con 15 habitantes, en la provincia de Zaragoza. Si bien en la provincia de Huesca, sólo son tres municipios que no llegan a los 50 habitantes, porque a finales de los años 60 del pasado siglo se produjeron diversas fusiones de municipios, que llevaron a la desaparición de muchos municipios de menos de cincuenta habitantes, pero se siguen manteniendo los mismos núcleos, bien ya despoblados, o bien con poca población, en esos municipios que se crearon por la fusión. Ejemplo, Jaca, Sabiñánigo, Biescas, Graus o Aínsa, por nombrar algunos de importancia. Estas fusiones no se produjeron, o en menor medida, en las otras dos provincias, donde se han mantenido los núcleos con nivel municipal, siendo las comarcas turolenses las que se llevan la palma de los municipios más despoblados, con veintinueve municipios con menos de cincuenta habitantes en 2011, siendo las comarcas más afectadas la de Jiloca, Sierra de Albarracín y las Cuencas Mineras. En Zaragoza, con veintidós municipios con menos de cincuenta habitantes en 2011, las comarcas más afectadas son las Altas Cinco Villas (en los alrededores de Sos del Rey Católico, en el Prepirineo zaragozano) y las comarcas del Sistema Ibérico, más concretamente la comarca del Aranda, la Comunidad de Calatayud y el Campo de Daroca, donde se concentran un gran número de municipios con menos de cien habitantes. Entre los cincuenta y los doscientos cincuenta habitantes, se sitúan otros 335 municipios (sobre 730 que tiene la comunidad en total), que se concentran en las mismas áreas, añadiéndose zonas como el Campo de Belchite, los Monegros o la Ribera Baja del Ebro. La importancia de hablar sobre estos núcleos es porque éstos son los denominados municipios terminales, que son aquellos que, por su escasa población, la bajísima o nula natalidad y altos índices de envejecimiento, tienden a la desaparición.

   Paralelamente, la ciudad de Zaragoza ha ido creciendo exponencialmente desde inicios del siglo XX hasta la actualidad, en que en 2011 son 674.725 los habitantes de la capital. Asimismo, su área de influencia también ha aumentado en número de habitantes, siendo sus máximos exponentes Utebo, con 18.204 habitantes, Cuarte de Huerva 9.564, Alagón 7.712, Zuera 7.604, Puebla de Alfindén 5.433, La Muela 5.213 y María de Huerva 5.048, con una conurbación que abraza desde Gallur hasta Quinto de Ebro, y desde Zuera hasta Muel, donde los municipios han crecido paralelamente al crecimiento de la capital de Aragón, que reúne más del 60 por ciento de la población aragonesa (más la conurbación prácticamente más de las tres cuartas partes de la población aragonesa). La concentración del sector industrial, con polígonos potentes como el de Malpica, e industrias como la Balay, la General Motors o la Pikolín, entre otras, así como la concentración de servicios e instituciones, ha hecho que la capital y su área de influencia se hayan convertido en un oasis dentro del potente desierto poblacional aragonés, ese en el que el cierzo sopla sobre el secarral.

   Detrás de la capital, sólo subsisten tres poblaciones en todo Aragón que superan los 20.000 habitantes: Huesca, con 52.443 habitantes, Teruel, con 35.288, y Calatayud, con 20.837. Y que superen los diez mil habitantes, sólo nueve núcleos más: Barbastro, con 17.085 habitantes, Fraga 14.426, Jaca 13.299, Monzón 17.215 y Sabiñánigo 10.235, en la provincia de Huesca; sólo Alcañiz, con 16.420 habitantes, en la provincia de Teruel; y, además de Utebo, con 18.204 habitantes, y Calatayud, en la provincia de Zaragoza están Ejea de los Caballeros, con 17.306 habitantes y Tarazona 11.121. Por tanto, una red insuficiente de ciudades que estructuren el territorio aragonés, con una insuficiente implantación del sector industrial, con una red de servicios básicos más bien escasa, que hacen que la ordenación del territorio que lleve a un crecimiento real de la población y a un descenso de los niveles de envejecimiento sea prácticamente ya una quimera.

   Por tanto, y como reconoce el informe del Justicia de Aragón, “el desequilibrio territorial es uno de los rasgos sobresalientes de Aragón, como ha sido puesto de relieve en numerosas ocasiones, y vendría caracterizado por la extrema concentración de la población y de la actividad económica en el área metropolitana de Zaragoza, mientras que en el resto de Aragón, el nivel de ocupación humana del territorio y de actividad económica, oscilaría entre el bajo de las comarcas con mejores resultados, y el ínfimo de las que hemos caracterizado como desiertos demográficos, que son casi la mitad de las comarcas aragonesas.” Tal como también dice “…la población aragonesa no sólo está espacialmente mal distribuida, sino que un número muy pequeño de municipios concentra a gran parte de ella, mientras que un abundante grupo de núcleos de población tienen cifras de habitantes tan reducidas que su propia supervivencia no está asegurada a medio plazo”.

   La despoblación ha sido, históricamente, uno de los lastres de Aragón, y ha tenido una secuencia continuada en el tiempo, si bien más acusada en los últimos cincuenta o sesenta años. La densidad de población siempre ha sido baja, aunque hasta mediados del siglo pasado fue mucho más homogénea, acusándose las diferencias después de la guerra civil y la emigración de los años cincuenta y sesenta desde los núcleos rurales y principalmente hacia Zaragoza, y Cataluña, Madrid, Valencia o el País Vasco. El proceso de industrialización de estas zonas, y la desestructuración de la economía tradicional, agricultura y ganadería, y el no saber aprovechar la oportunidad de modernizar este sector primario, empujó a un gran número de aragoneses a desplazarse a los grandes núcleos, que se fueron formando por la emigración. Un único intento de modernización se quedó en eso, un intento, con el plan de colonización de la zona de Monegros y el Bajo Aragón, y el desarrollo de los regadíos. En principio, estos núcleos consiguieron retener una parte de la población y atrajeron a personas de otras comunidades con el desarrollo agrario y del regadío. En la actualidad, esos núcleos de colonización han perdido fuelle y están sufriendo las consecuencias de la despoblación.

   Por otra parte, Zaragoza, aprovechando su situación estratégica, el desarrollo de una potente industria agroalimentaria, y posteriormente la instalación de grandes empresas, como Balay, Pikolín y, sobre todo, la General Motors en Figueruelas, ha ido creciendo en extensión, población y crecimiento económico, y ha pasado de unos cien mil habitantes a principios del siglo XX a los casi setecientos mil actuales.

   Al mismo tiempo, se produjeron cambios en los balances demográficos. La caída de la tasa de mortalidad después de la guerra, y la caída posterior de la natalidad después de la emigración, en la que se empieza a producir la falta de efectivos, se eleva la tasa de soltería, sobre todo, masculina, en las zonas rurales, hacen que el crecimiento demográfico que en la media española se disparó con el baby-boom, en Aragón se produzca con resultados mucho más discretos. La emigración es, ante todo, la causa del mayor desequilibrio poblacional territorial de Aragón, que hace que los balances actuales se sustancien con elevadas tasas de envejecimiento en la mayoría de comarcas aragonesas, bajas tasas de natalidad, elevadas tasas de soltería y masculinidad en las zonas rurales, que han marcado profundamente el desequilibrio. A pesar de que, en general, se ha producido un movimiento de inmigración hacia España y Aragón, sobre todo de efectivos procedentes de Rumanía y del Magreb, esto no se ha traducido en un cambio en los balances demográficos territoriales de Aragón, pues en las comarcas rurales siguen teniendo balances negativos.

   Las únicas comarcas con balances positivos son aquellas que han tenido un cierto desarrollo de sector industrial o del sector servicios, sobre todo, las comarcas cercanas a la capital, Zaragoza, así como las de las otras capitales provinciales, Huesca y Teruel. Otras comarcas que han compensado sus pérdidas con el desarrollo de sus núcleos más importantes son el Alto Gállego, gracias a la industrialización de su capital, Sabiñánigo, la Jacetania, con el desarrollo turístico, las Bajas Cinco Villas, con el desarrollo de Ejea de los Caballeros, la Ribera Alta del Ebro, gracias a la General Motors de Figueruelas, el Valdejalón, el Bajo Cinca y la Litera, gracias a la especialización y desarrollo de una potente industria frutícola, el Cinca Medio y el Somontano, gracias a los núcleos industriales y de servicios, como Monzón y Barbastro, Andorra, con la central térmica, y poco más. Así, trece municipios de la comunidad abarcan el 70 por ciento de la población aragonesa, cuarenta y ocho estarían en la zona intermedia, y los municipios rurales, 670, apenas llegan al diecisiete por ciento de la población aragonesa. Un verdadero desierto demográfico, en el que el cierzo sopla sobre el secarral.

   La despoblación ha hecho aumentar el número de núcleos deshabitados de Aragón. Cabe decir que entre 1850 y 2011 han desaparecido 627 municipios, la mayoría por práctica despoblación de los núcleos de población que formaban parte de ellos. La mayoría de éstos ha sido en el Pirineo y Prepirineo, la mayoría por fusión con municipios de gran tamaño. Ejemplo de ello son Jaca, Sabiñánigo, Biescas, Aínsa, Graus o Benabarre, entre otros, aunque también se han producido en la zona del Sistema Ibérico zaragozano y turolense, sobre todo en las comarcas de Calatayud o del Jiloca. El abandono de estos núcleos ha significado la pérdida de patrimonio histórico y artístico.

   La tendencia regresiva de los balances demográficos en algunas comarcas aragonesas, la mayoría de ellas, se está agudizando más en la actualidad, sobre todo en aquellas en que la situación ya es extremadamente grave y que tenderá, como dice el informe del Justicia, al agravamiento progresivo en el resto de comarcas, excepto en aquellas que se muestren dinámicas. La supervivencia de los pequeños núcleos está amenazada. La trágica despoblación por la emigración de los efectivos poblacionales más jóvenes y dinámicos, la elevada tasa de envejecimiento, la baja tasa de natalidad, ha hecho que la renovación de efectivos no se produzca, lo que conduce a que estos municipios sean considerados terminales. La mala gestión de la ordenación del territorio, la escasa disposición en éste de infraestructuras necesarias para la estabilización de la población, el bajo y precario rendimiento que ofrecen los servicios sociales y sanitarios en los núcleos rurales, hacen que esta situación aún se agrave de forma más definitiva. Otra prueba del desierto demográfico que nos acecha en el territorio aragonés, aquel donde el cierzo sopla sobre el secarral.

   En el próximo post, hablaremos sobre las elevadas tasas de masculinidad y de soltería en los pueblos de Aragón. Ahora os dejo con tres mapas sobre la evolución de la población por municipios, especificado en los años 1960, 1991 y 2011.




Población por municipios. Aragón 1960


Población por municipios. Aragón 1991
 
Población por municipios. Aragón 2011

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