“Artículo 155 de la Constitución Española.
Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las
obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma
que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo
requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser
atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las
medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
Para la ejecución de las medidas previstas
en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las
autoridades de las Comunidades Autónomas.
El artículo 155 complementa la previsión de
vías o medios de control (ordinario) de la actividad de las Comunidades
Autónomas contenida en el artículo 153 al contemplar un mecanismo de control
subsidiario, de carácter excepcional o extremo (y alcance incluso coercitivo),
para situaciones igualmente excepcionales o extremas, consistentes en el
incumplimiento por parte de aquéllas de obligaciones impuestas por la
Constitución o las leyes o en actuaciones de las mismas que atenten gravemente
al interés general de España.”
EL PERIÓDICO 28/01/2014
La presidenta del PP
catalán, Alicia Sánchez-Camacho, ha asegurado este martes que si Artur Mas
convoca la consulta sobre el futuro de Catalunya, a Mariano Rajoy no le
temblará el pulso y aplicará el artículo 155 de la Constitución, que contempla
la suspensión de la autonomía. "Si se tiene que aplicar el 155 se aplicará
si algunos traspasan esa línea roja", ha asegurado Camacho en una
entrevista en Antena 3.
La dirigente
conservadora también ha acusado al 'president' de mentir cuando asegura que el
referendo se hará de forma legal. Según ha recalcado, "no hay vías
legales" para celebrarlo, por lo que ha acusado a Mas de llevar a
Catalunya a una "situación de choque" de la manera "más
irresponsable, engañando a todo el mundo".
Sánchez-Camacho ha
considerado que el discurso de Rajoy en la convención que el PPC celebró en Barcelona
el pasado fin de semana "ha supuesto un antes y un después", pues
"tras la firmeza de sus palabras, finaliza el proceso separatista y Mas no
puede seguir engañando y diciendo que va a dialogar".
La Virreina no és tan sols una plaça a la
vila de Gràcia, ni un palau on es fan exposicions, en plenes Rambles
barcelonines.
En l’època de l’Edat Mitjana, i fins a l’aplicació dels Decrets de Nova
Planta, després de la derrota dels partidaris dels Àustries a la Guerra de
Successió, al 1714 (quin any aquest, d’efemèrides del “tricentenari”, aquest
2014), va existir una figura a Catalunya, la del virrei, que era un títol institucionalitzat, amb el que es
designava a un representant dels reis, primer els d’Aragó, després els reis
d’Espanya, a Catalunya, que era un lloctinent que es nomenava per controlar,
sobretot, els continus intents de sublevació, que nomenaven consellers,
tresorers, fiscals,..., càrrecs que normalment requeien en membres de l’alta
jerarquia eclesiàstica o en nobles d’origen castellà i, de tant en tant, en
algun noble català.
Ara traslladem-nos d’època. Avui. 2014. El President de la Generalitat,
Artur Mas, en una decisió que podem considerar més o menys encertada, decideix
convocar la consulta sobre la independència de Catalunya per al pròxim 9 de
novembre, i decideix, amb les forces polítiques que recolzen la consulta
sobiranista, CiU, ERC, Iniciativa-Esquerra Unida, alguns diputats díscols del
PSC i l’abstenció de les CUP, demanar a les Corts espanyoles el traspàs de les
competències corresponents a la convocatòria de referèndums, basant-se en el
mateix article que va permetre el traspàs de les competències en matèria de
seguretat ciutadana, que van permetre el desplegament dels Mossos d’Esquadra a
Catalunya. Però també, va insistir, en que aquesta consulta se celebraria tant
si és amb permís de l’Estat com si no el té, perquè o se celebra sota el
paraigües d’aquest traspàs competencial, o se celebra sota el paraigües d’una
llei de consultes catalana, amb el que considera que aquesta consulta se
celebraria d’acord amb el principi de legalitat (tot i no tenir en compte que,
probablement, aquesta llei de consultes catalana serà impugnada i tombada pel
Tribunal Constitucional, el mateix que va tombar el bloc més important de
l’Estatut del 2004).
Després de la convocatòria de la consulta, que, al meu parer, s’hauria de
negociar amb l’Estat, per arribar a una solució pactada, tots els monstres de
l’avern han sortit en tromba per intentar frenar o, si més no, atropellar
l’intent de les forces sobiranistes de convocar una consulta.
Durant els últims dies, s’han dit molts despropòsits, d’una banda i de
l’altra. Han creat partits antinacionalistes com Vox, que vol la supressió de
les Comunitats Autònomes (amb Ortega Lara, Vidal-Quadras i un inquietant
polític basc, un tal Santiago Abascal, líder d’un grup que vol una única
Espanya, quelcom que recorda altres temps pretèrits), el discurs que ja
coneixem de la Rosa de España (Rosa
Díez, de la que dedicaré pròximament una entrada al blog), el desembarcament de
la cúpula del PP a Barcelona el mateix dia que es commemoraven els 75 anys de
l’entrada de les tropes franquistes a Barcelona, amb un Rajoy pletòric, que diu
que té un pla (al que també dedicarem una entrada al blog),..., però jo em
quedo amb les declaracions que va fer Alícia Sánchez-Camacho, on no descartava
l’aplicació de l’article 155 de la Constitució Espanyola, aquell que preveu la
supressió de l’autonomia.
Y de tal equina (digo egregia) figura, de su voracidad verbal, su lenguaraz
manera, la marquesa de la Camarga (título que comparte ex aequo con la exnovia
de Jordi Pujol Ferrusola, y cuyos hechos nunca llegaran a saberse ni llegar a
buen puerto su esclarecimiento, por el pacto al que llegó con la empresa que
presuntamente las espió y de la que aceptó unos pingües euros, con tal de que
no se supiese que, en el fondo – y en la forma – ella también estaba implicada,
y que ha resultado un caso tan ridículo que cualquier cómic de Mortadelo y
Filemón es pura realidad a su lado) quiere ser la virreina de Catalunya (o
Cataluña, mejor dicho, esa ñ tan española).
Su insistencia casi hasta la saciedad para
que se llegue a aplicar el artículo 155 de la CE, que prevé la suspensión de la
autonomía, o de alguna de las competencias esenciales, como la seguridad (que
vuelva la Guardia Civil y los grises), o la educación (suspensión de la
inmersión lingüística, o sea la españolización tan ansiada por Wert), sólo debe
recordar que si esto se produce, significará la liquidación del actual gobierno
de la Generalitat, y claro, la Administración General del Estado deberá asumir
o delegar en un gobierno “títere”, para que haga cumplir el “mandato” legal.
Ahí es donde entra la marquesa camargueña,
con su porte y su hermosura, dando besos por doquier con esa maravillosa
boquita “de piñón” entre sus masas enfervorecidas, quiere ser la virreina.
Aquello que no ha podido conseguir en las urnas (y que conste que yo no soy “de
los otros”), lo intenta conseguir por la vía de atrás. No, no os confundáis, no
es una barbaridad lo que os comento, es un escenario posible. La suspensión de
la autonomía, más que probable; el virreinato, también.
Imaginaos por un momento una situación tal
que ésta: el Senado suspende la autonomía, las fuerzas de seguridad del Estado tomando
el mando de las instituciones catalanas, el govern de la Generalitat,
suspendido y desalojado de sus funciones, y el nombramiento de un gobierno
“afín”. No es tan descabellado, amigas y amigos. Y ahí es donde entra el clan
del bótox: Alicia Sánchez Camacho y María de los Llanos de Luna, el tanto monta
monta tanto del PP en Catalunya.
Sea como sea, y que conste que yo tampoco
estoy a favor de las tesis soberanistas, aunque sí creo que hay que cambiar la
actual situación, y pasando de largo la coña del virreinato de la Camacho, que
sería de traca de feria, cualquier intento de suspender la autonomía de
Catalunya sería un tremendo error, ya no de cálculo, sino de largo, un error de
dimensiones incalculables e indescifrables.
No hay que despreciar el apoyo que los
catalanes dan a un cambio del actual statu quo de Catalunya, sea hacia la
independencia, el federalismo, el confederalismo, el pacto fiscal o el
reconocimiento constitucional de la realidad y singularidad de Catalunya. Sea
como fuere, nadie quedará contento, pero las partes deben negociar.
En octubre de 1934, el intento del president
Lluís Companys de proclamar la República Catalana acabó en la suspensión del
gobierno autonómico de la Generalitat republicana por parte del gobierno conservador
del Estado, lo que convirtió en héroes a los gobernantes catalanes detenidos y
deportados lejos de Catalunya, lo que provocó un mayor enconamiento de las
posiciones entre los partidarios de unos y otros, que fue una de las causas
encontradas en la Guerra Civil, y que acabó con el exilio y la muerte del
president Companys, y el sufrimiento de miles de personas.
No queramos repetir experiencias ni viejos
errores. Hay que negociar. No tenemos que llegar a extremos que no sabemos a
qué consecuencias nos van a llevar. Oigamos las alternativas, y decidamos entre
todos. Los catalanes deben ser escuchados, los de un lado y los del otro,
queremos saber qué nos aporta cada parte. Hagámoslo como quieran. Vinculante o
no vinculante, lo que está claro es que los catalanes quieren un cambio.
Pero de todo esto seguiremos hablando… y
largo…
"Cuando sea la Virreina, ya veréis que independencia vais a calzar, majos..."
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