jueves, 26 de septiembre de 2013

Goteras


Hace pocos días, el once de septiembre, fueron noticia las goteras que había en el Congreso de los Diputados. Las obras que se están realizando en la cúpula de la Cámara Alta han provocado que, a los efectos de una tormenta caída en Madrid ese mismo día, se dejaran notar en el hemiciclo en forma de chorros de agua que los ujieres recogían como podían, incluso en contenedores de basuras, ante unos japoneses que visitaban el hemiciclo, lo que provocó que ésa fuera la imagen del día, como no, junto con la enorme cadena humana de la Vía Catalana por la Independencia, así como la agresión de los ultraderechistas a la recepción por la Diada de Catalunya en la librería Blanquerna de la capital del Reino.
Pero las goteras son una triste metáfora de lo que es y está siendo este país en nuestra más profunda actualidad. El país está sufriendo como un edificio con un tejado lleno de goteras que están afectando a las estancias más importantes de nuestra democracia: gobierno, política, economía y sociedad.
Hagamos un símil. Imaginemos que España fuera un edificio con una comunidad de diecisiete vecinos, todos, como en cualquier edificio, con intereses contrapuestos. El edificio tiene goteras, que están afectando al tejado de nuestra democracia, y el gobierno de la comunidad de vecinos no sabe cómo afrontar la situación, y encima sus diecisiete convecinos no se lo ponen fácil.
El vecino del ático tercera, harto de ser el pagano de todas las deudas del edificio, que hasta hace poco estaba más o menos al corriente de pagos de la comunidad, pero que ahora se ha endeudado y tiene que padecer recortes en su vida cotidiana para hacer frente a esa deuda, amenaza con no sólo con no pagar más, sino que amenaza con hacer él mismo su propia comunidad y dejar de ser así "cornut i pagar el beure".
El vecino del ático primero, que tiene un buen entendimiento con el del ático segunda, sobre todo en economía, en que aportan a la comunidad lo que les viene en gana, eso sí con un acuerdo con el gobierno de la comunidad para que así sea, le gustaría hacer lo mismo que el vecino del ático tercera, o sea, independizarse, pero es más prudente y espera a ver lo que ocurre con sus vecinos de ático, que viven su pretensión bajo la amenaza de juicio que le quiere interponer la comunidad si no paga y decide independizarse.
Los vecinos del tercero segunda y el tercero tercera, que también son paganos por naturaleza, están expectantes ante lo que pueda pasar en las negociaciones entre la comunidad y el ático tercera, porque evidentemente querrán tener el mismo trato, para no sentirse menospreciados por el gobierno comunitario.
El segundo segunda, que es donde vive el presidente de la comunidad, también paga, pero parecen de acuerdo o al menos no se quejan tanto como sus irredentos vecinos de arriba.
El resto de vecinos se reparten entre los que, más o menos, cumplen con su objetivo de intentar estar al corriente de pagos con la comunidad y aquellos que, como tienen a la mayor parte de sus miembros en el paro, no pueden estar al corriente de pagos, y dependen de aquellos que si lo están y pagan. Además son los que se dedican a criticar a los insolidarios del ático tercera, poniéndolos verdes hasta el punto de que los vecinos de arriba se sienten totalmente menospreciados, por lo que anhelan más esa independencia. Además algunos ahora se vanaglorian de no tener deudas, aun siendo demasiadas veces subsidiados por la caja general de la comunidad, y se chulean en las reuniones de vecinos.
Pero eso no es todo. La comunidad debe hacer frente al control que le impone la comunidad de barrio de la que forma parte, cuyo miembro más visible es una retaca señora que solo pide austeridad en el gasto, y que hace que al no invertir ni poder endeudarse, la comunidad sea más pobre y desahuciada, junto con otras dos o tres comunidades más, que sufren los mismos problemas económicos.
Luego, tienen a un okupa en el edificio, al que tienen incrustado desde hace por lo menos cuatrocientos años (exagerando en el caso), y que no se pueden sacar de encima, que vive en los bajos segunda, y que no le deja a la comunidad hacer lo que quiere en su área territorial y encima es un paraíso fiscal y del contrabando. No se puede quejar mucho tampoco la comunidad, pues ellos también están de okupas desde hace más tiempo en un edificio habitado por marroquíes, enfrente del edificio, pero esta comunidad lo quiere controlar todo, hasta lado y lado de la calle.
Otro problema que tiene la comunidad es que alguno de sus miembros mete mano en la caja, con la excusa de ser tesorero o gestor de expedientes de regulación de pagos a la comunidad o vete a saber qué, con lo que el poco dinero que corre en la caja, también desaparece, mientras estos personajes se forran a costa de los demás.
Y mientras las goteras crecen, las del tejado y las de la democracia, y el gobierno de la comunidad, presidido por un mindundis que se deja gobernar por María Victoria (como la de la canción) y él le sigue, le sigue la corriente, y con cada vez más parados en la escalera, con las partes comunes del edificio cada vez más deterioradas, los gamberros que se cuelan y lo destrozan todo, el conflicto con el ático tercera y la difícil situación económica que vive, que intenta tapar su mala gestión en ello con el eterno conflicto con los vecinos okupas de los bajos, con una oposición que tampoco es la alegría de la huerta, hace que cada vez sean más las vías de agua que inundan todo, y que hacen que la gente, cada vez más ahogada, endeudada, recortada y cada vez menos al corriente de sus pagos, se esté cabreando y la situación sea cada vez más insostenible.
Vayan sacando conclusiones y piensen si esto no se parece un poco a España, y pensemos si hay remedio para las goteras, pero sobre todo para reparar las cada vez más vías de agua que se filtran en el poderoso edificio de nuestra democracia.
Vamos que cualquier comparación con la comunidad de vecinos de la serie de "La que se avecina" de Telecinco, es pura coincidencia.


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