jueves, 7 de febrero de 2013

Mariage pour tous. Los derechos de los homosexuales en entredicho


Vienen estos días revueltos en Francia por varios motivos. El más actual, el del combate al terrorismo en el África Noroccidental y la intervención francesa en Mali, así como el asalto islamista a una explotación de gas en Argelia, están acaparando las portadas de los últimos días en el país galo. También el camarada Depardieu, del que ya hemos hablado en el blog, está en las portadas. Pero hay un asunto, que no es menor, que también ha acaparado las portadas de la prensa francesa. Y no es menor, porque parece extraño en un país que se enorgullece de su progresismo y de su laicidad estatal. Se trata del proyecto gubernamental denominado "Mariage pour tous", o lo que es lo mismo, la legalización en Francia de los matrimonios homosexuales y la regulación de derechos como el de adopción por parte de este colectivo.
Ante el planteamiento de que o quién debe regir sobre los derechos y libertades de los ciudadanos, resurge el eterno enfrentamiento: el Estado debe ser imparcial y gobernar para toda la ciudadanía o bien debe dejarse "seducir" por los grupos de presión, que conducen a que estos derechos y libertades puedan ser pisoteados, y crear un escenario de discriminación por algún motivo que haga que estos grupos intenten actuar contra la voluntad de equiparar a toda la ciudadanía.
El reconocimiento de los derechos de los homosexuales es, sin duda, uno de los avances más importantes que ha llevado adelante, por ejemplo, nuestro país. La libertad individual de la ciudadanía GLBT y el reconocimiento de sus derechos que le permitan la garantía de ejercer éstos sin discriminación alguna. La ley de 2005, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, así como los derechos que se derivan de ésta, como la adopción, la herencia y la pensión, fue uno de los aciertos que se le pueden adjudicar a José Luis Rodríguez Zapatero, y que ha sido validado recientemente por el Tribunal Constitucional como plenamente legal y constitucional. Desde la aprobación de la ley, más de cincuenta mil personas se han acogido a este derecho, lo cual ya valida el hecho de haberla promulgado. Parangonar o poner de igual a igual en los derechos de la ciudadanía en el acceso al matrimonio es, sin duda, un gran avance. Y era constitucional, desde el momento en que ésta se ampara en el más importante de los artículos de la Constitución, aquel que reconoce los derechos de ciudadanía, el que reconoce que ningún ciudadano puede ser discriminado por motivo de su raza, religión, ideología o sexo (entendiendo unida a este concepto la condición u orientación sexual).
Pero en España, así como también ocurre en la actualidad en Francia, se han levantado contra el proyecto los grupos de presión vinculados, sobre todo, a la Iglesia Católica y a la derecha conservadora (en el caso francés, además, por la presencia de la importante comunidad musulmana y judía, también opuestos a este proyecto de equiparación, el "Mariage pour tous" "Matrimonio para todos"). Lo que sorprende en el caso francés es como la derecha se ha puesto en vanguardia de estos colectivos contrarios al matrimonio gay, cuando los franceses republicanos siempre han manifestado ese principio de laicidad que marca la política en el país vecino.
De la Iglesia católica no se puede decir lo mismo. Allá donde se propone la legalización o equiparación de los derechos de la ciudadanía GLBT al resto, la iglesia sale en tromba en defensa de lo que llama "la familia tradicional". Es capaz de movilizar a miles de personas en contra de la equiparación de derechos y de utilizar los viejos clichés contra la población gay o lésbica. Dicen que el matrimonio homosexual y el derecho de adopción dañan el concepto de familia, entendiendo como único el concepto de matrimonio el que se establece entre hombre y mujer. Son capaces de blandir la Constitución o un cuerpo legal para oponerse a cualquier intento de equiparación entre parejas de diferente y de igual sexo. Son capaces de decir cosas como que pronto se aprobará el matrimonio entre hombres y animales, que se destruye a la familia, de que se conduce a una sociedad enferma… Una actitud totalmente homófoba, que ha transmitido a sus cuerpos doctrinales políticos más cercanos, que han adoptado, en ocasiones, actitudes equiparables. Una actitud expresamente hipócrita por parte de la Iglesia, que oculta y acepta tácitamente, por ejemplo, el abuso a menores, mientras que se opone a algo que amplia el concepto de familia, y más cuando es consentido entre dos personas, que aceptan casarse y poder tener los mismos derechos y, atención, obligaciones, que cualquier otra unidad familiar formada por personas de diferente sexo. Se basan en su cuerpo doctrinal homófobo, basado en preceptos remotos de la Biblia, como Sodoma y Gomorra, o las epístolas de San Pablo que definen, presuntamente, a la homosexualidad como una depravación o una inclinación contra natura, y las relaciones homosexuales como desordenadas y malas desde el punto de vista moral. Ponen también en discusión la presunta bondad de la adopción y de la formación de familias homoparentales. Para ellos, parece ser mejor que los niños malvivan en un centro de acogida que convivir con dos padres o dos madres que educarían y darían amor a los niños. Incluso niegan la adopción de niños que puedan tener anteriores al matrimonio, o incluso a la posibilidad de madres de alquiler para padres homosexuales. Puede discutirse mucho sobre el tema de la adopción, pero el derecho debe existir. La experiencia dice que los niños que conviven con parejas del mismo sexo no sufren más ni tienen porque tener mayor problemática que los hijos de parejas de diferente sexo. Sólo mentes retorcidas piensan que crean influjos para que sean también homosexuales, o que padecen psíquicamente por el hecho de no haber tenido la figura de un padre/madre. Utilizan esa frase tan manida en las manifestaciones anti-matrimonio homosexual como "esto es un desmadre, queremos padre y madre".
Quizá preferirían que aún la homosexualidad fuera perseguida o ilegalizada, presuntamente para neutralizar a los "elementos" que perturban su presunto orden natural. En Europa, los países septentrionales, España, Portugal y ahora, probablemente, Francia, han legalizado el matrimonio homosexual y, en algunos casos, el derecho de adopción. En Italia, la excesiva dependencia de la política italiana del Vaticano, aún no ha permitido la legalización, además de que existe un excesivo machismo homófobo, que aún permite manifestaciones de agresividad contra el colectivo GLBT. Europa oriental es un mundo aparte. Rusia es un ejemplo de pisoteo de derechos humanos, entre ellos, los de los colectivos GLBT, constantemente perseguidos. Una presunta excusa, la de protección de los menores, ha servido para aprobar una ley por unanimidad en la Duma, prohibiendo la propaganda y las manifestaciones públicas a favor de la homosexualidad, a pesar de que ésta está despenalizada en Rusia. En el mundo hay cerca de cien países que aún consideran delito la homosexualidad, y en algunos de ellos además se llega a condenar con la pena de muerte. Actualmente Uganda está debatiendo sobre la instauración de esta pena de muerte para los homosexuales. Un verdadero pisoteo de los derechos humanos.
De todas formas, y volviendo a la raíz de la entrada del blog, parece mentira que la Francia laica y republicana, la Francia progresista e ilustrada, aquella que engendró la Revolución Francesa, sin la cual no existirían los estados modernos, aquella de la que salieron los inicios de los derechos del individuo: LIBERTÉ, ÉGALITÉ, FRATERNITÉ, esta Francia no permita los matrimonios entre personas del mismo sexo. Los gobiernos están para gobernar a todos y para todos. Los derechos humanos tienen que ser respetados por todos y ser regulados para todos. Mariage pour tous- Matrimonio para todos. Seguiremos hablando en posteriores entradas en el blog sobre el tema.





(traducción: "Al menos cuando se impide su amor no hacen la guerra" "No al matrimonio gay"
 
 
é g a l i t é
mariage pour tous
 
 


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