El sábado 27 de octubre de
2012, el País, en su contraportada,
publicó en su sección Un café con…, una entrevista con el
politólogo canadiense Alain-G. Gagnon, de Miquel Alberola, que vuelco en el
blog, porque me parece interesante en el debate que existe sobre la
arquitectura territorial de España y la opa independentista que Catalunya
plantea actualmente. Desde mi óptica que es federalista, y como quebequés que
es el entrevistado (Quebec es uno de los territorios que los nacionalistas
catalanes utilizan como espejo en las aspiraciones soberanistas), me ha
parecido interesante, por la visión que ofrece.
UN CAFÉ CON… ALAIN-G. GAGNON
Politólogo de la
Universidad de Quebec
“El café para todos ya no funciona, es una injusticia”
MIQUEL ALBEROLA.
Alain-G. Gagnon habla un poco
de catalán. Lo entiende mejor que lo habla. Pese a ser un ciudadano canadiense,
la considera una lengua muy importante, “porque es la de una nación que vive
una situación muy similar a Quebec”, que es donde nació en 1954. Su interés por
el catalán, y también por el castellano, que maneja mejor, viene espoleado por
el mismo amor a la diversidad y la paz que le ha llevado a especializarse, como
profesor de Ciencia Política de la Universidad de Quebec en Montreal, en estudios
comparativos sobre federalismo, nacionalismo y ciudadanía, en lo que es uno de
los principales referentes.
Los asuntos que le apasionan
crepitan ahora con estrépito sobre la parrilla de España, país que visita con
cierta frecuencia; sobre todo, Barcelona. Y Valencia, donde acaba de publicar Temps d’incertituds (Editorial Afers),
un libro de ensayos traducido a 15 idiomas. Gagnon, que ha estudiado la
relación entre Quebec y Canadá hasta la médula, discrepa de quienes vinculan el
recrudecimiento de las tensiones de los hechos diferenciales a la crisis
económica. “Es una excusa”, refuta con la misma moderación que sorbe su café. Y
lo razona: “Antes de la crisis económica ya había muchos problemas con las
nacionalidades históricas. El debate es cómo desarrollar un sentido de
comunidad dentro de una sociedad, como España, que es muy compleja y necesita
ser mucho más abierta con respecto a los diversos pueblos que la configuran”.
Entre el amplio espectro de
federalismos, Gagnon, que desconfía del modelo americano (“territorial”)
prefiere el “multinacional”, que es el de Canadá, porque considera que en el
mundo no puede haber cientos de estados-nación. “España, como Canadá o el Reino
Unido, necesitan una fórmula para acomodar a las naciones dentro de un sistema
federal, y el federalismo multinacional es la mejor opción”, defiende. El
diagnóstico del profesor, que dirige el Centro de Investigación
Interdisciplinario de la Diversidad en Quebec, es que España precisa cambiar el
Estado de las autonomías. Valora los frutos que ha dado en estos años, pero
ahora “esos frutos están demasiado maduros”. Y ahí resurge la tensión con “un
centro que trata de imponerse en aspectos que únicamente son responsabilidad de
las comunidades autónomas”.
En su análisis detecta una
exigencia urgente de “reinventar las relaciones con dignidad, con moderación
entre los pueblos que forman no la nación españolista, sino la nación de
España”. Y lo subraya en fosforescente: “El café para todos ya no puede
funcionar, es una injusticia”. Sostiene que, si se trata a todas las personas
de forma idéntica, se reproduce la desigualdad: “Si España desea continuar como
un país que respeta a todas las comunidades, tiene que dar poderes adicionales
a los grupos individuales para que puedan desarrollarse y realizar sus
proyectos sociales y culturales”.
Pero en esa encrucijada
española saltan las chispas. El profesor admite que hay un riesgo real de
secesión en las tensiones entre Catalunya y España. Incluso en Bélgica con
Flandes o en Reino Unido con Escocia, unos procesos que, considera, la Unión
Europea acabaría aceptando pese a que no puede alentarlos. Y enseguida ofrece
el antídoto del federalismo, aunque es consciente de que tampoco es ninguna
panacea: “Si no resuelve el problema, por lo menos que sirva para aprender a
vivir juntos. El desafío es cómo vivir juntos sin desaparecer”.
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