He decidido que iré a ver La familia irreal. He decidido también que voy a ir a ver El juicio a una zorra en el Teatre Lliure. Parece una buena declaración de intenciones. Una muestra de apoyo a nuestra cultura, tan maltratada a nivel económico desde la subida del IVA a los espectáculos teatrales. Pero esto va más allá del apoyo a nuestra cultura. Nadie debe marcar aquello que queremos o no queremos ver. Nadie debe señalar a nadie por sus ideas. En todo caso, las personas tenemos nuestro propio raciocinio y no necesitamos a ningún "salvador" que nos indique que tenemos que ir a ver, ni que pensar,…, porque será cada uno de nosotros quien juzgará, si es conveniente, decidir lo que consideremos que es oportuno o no ver o seguir o pensar… ¿Por qué hago este planteamiento? El actor Toni Albà, que se ha hecho famoso, sobre todo, desde sus actuaciones en el programa Polònia de TV3, poniéndose en el papel de muchos personajes, el más logrado el Rey, y de la imitación de la cual ha salido una obra de teatro que se representa en Barcelona, La familia irreal, se ha permitido el lujo de recomendarnos a su antojo, que no debemos ir a ver la obra de teatro que próximamente estrenará Carmen Machi en el Teatre Lliure de Barcelona, El juicio a una zorra, no porque la obra no sea recomendable, sino por el hecho de que esta actriz, en su pleno derecho de libertad de expresión y de opinión, firmó el manifiesto federalista que los intelectuales y políticos españoles publicaron con ocasión de la campaña electoral de las elecciones catalanas, marcadas por el debate sobre la independencia de Catalunya. Su delito: no comulgar con sus ideas. Un boicot en toda regla. Algo inconcebible. ¿Cómo se puede llegar a ser tan intolerante y tan mezquino por su parte? Los boicots, o señalar que se debe o no se debe hacer es una acción totalmente reprobable. Algo que es de extremistas. Algo que nos acerca a la más absoluta intolerancia. Tan rancio y execrable comportamiento ya se vio desde el otro lado con el boicot al cava catalán u, otrora otros tiempos, lo de no comprar ni comerciar productos catalanes. Si fue algo que no nos gustó que se hiciera por parte de algunos, tampoco ahora debemos aprobar que se haga por los otros. Es un comportamiento totalmente extremista y que nos conduce a señalar a todo aquello que no nos gusta. ¿Qué pasará si un día somos independientes? ¿Señalarán a los que no pensamos lo mismo que, por ejemplo, el señor Albà? ¿Boicotearán los negocios de aquellos que no piensen igual? ¿Boicotearán los productos españoles? Me parece una barbaridad, propia de extremos muy graves y que espero que no tenga que comparar con ninguna otra circunstancia histórica análoga a estos hechos. Un atropello a la libertad de expresión y de opinión. Algo que no toleraríamos que sucediera si fuera el propio Albà el que fuera sometido a boicot por sus ideas. Algo que no toleraríamos si volvieran a ser boicoteados los productos catalanes, sólo por el hecho de serlo. Teniendo el máximo respeto por las ideas de cada uno, dejando su espacio de opinión, no debemos ni toleraremos estas actitudes extremas ni en un lado ni en otro. Los boicots no sirven más que para distanciar a las personas y no sirven para favorecer la convivencia entre las personas. Por eso, no dejaré de ver ni La familia irreal ni tampoco El juicio a una zorra. Siempre en el ejercicio de mi libertad de opinión y de expresión.
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