Continuando
con los fenómenos climáticos, que inicié con el fenómeno de la Isla de Calor,
hoy os voy a dedicar una entrada a un típico fenómeno, que se produce en los
ámbitos montañosos, preferentemente. Se trata del llamado efecto föhn, y para
ilustraros sobre el tema, me remito al libro de Climatología Fundamentos de
climatología analítica, escrito por el profesor de Climatología y Geografía
física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide, del que tuve el
grandísimo honor de ser alumno.
Para
explicar la génesis del fenómeno del efecto föhn, debemos explicar previamente
el proceso por el que se produce. Una burbuja de aire, al ascender, va siendo
sometida cada vez a una menor presión, ya que tiene, progresivamente, menor
espesor atmosférico por encima de ella. Al disminuir la presión sobre la
burbuja, aumentará su volumen, esto es, se expansionará. Este proceso, cuando
se evalúa en cuanto al enfriamiento o calentamiento, en cuanto a procesos secos
y procesos húmedos, provoca disminuciones o aumentos de temperatura, que se
denominan gradientes térmicos. Tenemos presente que, en un momento determinado
y sobre la vertical de un lugar, cada nivel de la troposfera tiene una
determinada temperatura, y que supone unos determinados gradientes térmicos
verticales o variaciones de la temperatura con la altura.
Entonces,
como aplicación de lo anteriormente dicho, puede explicarse el llamado efecto
föhn, asociado al viento homónimo, que sopla en los Alpes, aunque se produce
con otros vientos similares en otros muchos lugares del planeta. Poniendo un
ejemplo, que representamos en la figura adjunta, sea un flujo de aire que con
una temperatura de 15o C se dirige hacia un obstáculo orográfico
notable. Tras alcanzar la ladera de barlovento, a 200 metros de altitud, se ve
forzado a ascender. El aire en su ascenso irá disminuyendo su temperatura a
razón de 1o C/100 m, suponiendo que no esté saturado. De esta
manera, a los 400 metros tendrá 13o C y a los 600, 11o C.
Pongamos que, alcanzado este nivel, comience a producirse condensación del
vapor de agua que posee el aire que sube. Entonces, a partir de los 600 m el
aire, en su ascenso, perderá 0,5o C/100 m. Así, a los 800 m poseerá
una temperatura de 10o C y a los mil, donde situamos la cima, 9o
C. Hay que suponer que la nubosidad generada a partir del nivel de
condensación produce precipitación, es decir, las gotas formadas van siendo
eliminadas del aire ascendente (sobre todo en barloventos sometidos a flujos
húmedos). Sea, ahora, el nivel altitudinal de la cima aquel en el que cesa la
condensación, aunque podría ser otro cualquiera. En este caso, sobrepasado ese
nivel culminar e iniciado el descenso por la ladera de sotavento, el aire, ya
no saturado, irá ganando 1o C/100 m, de manera que a los 800 m tendrá
11o C, a los 600 m, 13o C, a los 400 m, 15o C,
y a los 200 m, 17o C. En consecuencia, alcanzará la base del
obstáculo orográfico en la cara de sotavento con una temperatura más alta que
la tenía, al mismo nivel altitudinal, en la de barlovento. Ese viento
resultante, a sotavento, cálido y seco y, a menudo, impetuoso, por los efectos
de canalización orográficos, define el llamado efecto föhn.
Nótese
que lo que puede parecer un sorprendente calentamiento del aire por el mero
hecho de atravesar un relieve montañoso, condensando su humedad y originando
precipitación en la ladera de barlovento se debe al desprendimiento de calor
latente en el fenómeno de la condensación y la inexistencia de evaporación del
agua líquida, que consumiría calor, por haber sido eliminada, en parte, como
precipitación.
Otros
vientos con un marcado efecto föhn, aparte de este viento alpino, son el
Chinook, de las Montañas Rocosas, y el zonda, próximo a los Andes argentinos,
cordilleras que suponen imponentes obstáculos orográficos, por su altura y
perpendicularidad, a los flujos húmedos del Pacífico. En España, el poniente,
que suele regar con generosidad la mitad occidental de la Península Ibérica,
alcanza las costas orientales, en la mayoría de las ocasiones, con un marcado
efecto föhn. El levante, una vez ha atravesado el estrecho de Gibraltar, tiene
caracteres similares, y los vientos de componente sur, en el Cantábrico. En
algunos lugares del Pirineo, se habla del fagüeño o fogony, para designar este
tipo de vientos recalentados. En las áreas nevadas, pueden provocar un rápido y
peligroso deshielo. Por otra parte, es bien conocida la influencia excitante
que sobre los humanos y los animales comportan estos vientos cálidos y resecos,
que llegan a considerarse, en lo penal, en algunos países, como factores
ambientales atenuantes de culpa en ciertos delitos cometidos durante los
episodios en que soplan.
Figura que ilustra el efecto Föhn. El aire asciende a
barlovento, y al nivel de condensación, genera precipitaciones a barlovento, y
cuando la misma corriente de aire supera el accidente geográfico, desciende con
un mayor gradiente térmico, con lo que ese aire desciende a sotavento seco y
recalentado.
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