Siguiendo
con la serie sobre fenómenos climáticos que iniciamos con el fenómeno de la
isla de calor, y que continuamos con el efecto föhn, os voy a hablar de un
fenómeno, la gota fría, que hace años era sinónimo de inundaciones, y que
quizás, ahora, siendo tan frecuente como antes, no se presenta por los medios
con el mismo ímpetu y espectacularidad de tiempos atrás. Y para ello, volvemos
a Javier Martín Vide, en su obra Mapas del tiempo: fundamentos,
interpretación e imágenes de satélite, y también a la ponencia de otra
climatóloga de la Universidad de Barcelona, María del Carme Llasat, Gotes
d’aire fred al Mediterrani, que tratan sobre este tema.
Entre
1980 y 1990 se registraron en Catalunya siete episodios de lluvias que
superaron los 200 mm/24 h y que produjeron inundaciones catastróficas. Este
tipo de episodios no son una característica de Catalunya ni de la región
levantina, sino que se extienden a toda la vertiente mediterránea occidental.
Esta característica está fuertemente ligada al mismo mar Mediterráneo y a la
orografía accidentada de la mayor parte de la línea costera. Los diagnósticos
suelen implicar fenómenos como la ciclogénesis mediterránea, las advecciones de
aire muy caliente y húmedo con penetración, en ocasiones, de la corriente en
chorro subtropical, o las elevadas temperaturas del mar. Pero la más
característica, o como mínimo, la más conocida y temida es la denominada gota
fría.
Una
gota de aire frío o gota fría puede definirse como un área relativamente
pequeña de baja presión en altura, no reconocible en el mapa de superficie, o
con una circulación ciclónica mucho más acusada en altura que en el suelo,
unida a una masa de aire frío, igualmente en altura, rodeada por aire más
cálido, con una diferencia de al menos unos 5o C. En el mapa de 500
hPa se observará una borrasca con isotermas señalando temperaturas claramente
inferiores a las de los sectores que la rodean, mientras que en el de
superficie puede haber un anticiclón o, a lo sumo, una débil circulación
ciclónica. En resumen, se trata de una borrasca fría en altura.
Las
gotas frías al cabo de un cierto tiempo de su formación suelen adquirir reflejo
en superficie, es decir, aparece una clara depresión en los niveles bajos.
Vamos a explicar sucintamente la génesis de las gotas frías. Se produce una
oscilación del jet o corriente en chorro polar, por la entrada de una masa de
aire cálido de gran espesor que llega a aislar una parte de la masa de aire
frío de su región de origen. Este fenómeno, conocido como cut-off, se produce,
entonces, por la formación de la gota de aire frío que se produce por la
deformación y profundización de una lengua en la corriente en chorro polar.
Cuando esta lengua se estrecha da lugar a una depresión cerrada que contiene el
aire frío separado de su masa original.
La
génesis de las gotas frías se resume en la figura anterior. El proceso
contrario al de la génesis de las gotas frías da lugar a la formación de
burbujas cálidas, y de anticiclones de bloqueo, constituidas por aire cálido en
altura aislado en latitudes altas.
Las
gotas frías producen una gran inestabilidad atmosférica, chubascos y tormentas,
especialmente si el aire en superficie es muy cálido y húmedo, como suele
ocurrir en el área mediterránea en época otoñal. Aquél asciende, por su mayor
flotabilidad, entre otras razones, condensando su humedad. Las gotas frías son,
en bastantes casos, las causantes de las grandes precipitaciones que provocan
inundaciones y riadas en el mundo mediterráneo. De todas maneras, no siempre
una gota fría genera grandes aguaceros, ni todo aguacero tiene su causa en una
gota fría.
Las
gotas frías presentan fuertes vientos en su periferia, pero con una cierta
asimetría; a veces conservan un trozo de la corriente en chorro polar. Se
desplazan según marca el viento más fuerte, que varía de posición en la
periferia, por lo que tienen trayectorias de difícil previsión. En el llamado
borde de ataque, o sector delantero de la periferia, es donde se dan los
fenómenos de inestabilidad más intensos. Cuando la distribución de vientos se
hace simétrica la gota entra en fase de desaparición, pudiéndose reactivar por
una situación denominada vaguada en altura, en la que vuelva a recibir
corriente de aire frío en altura.
La
dificultad para señalar la posición de las gotas frías al cabo de un cierto
tiempo, así como el hecho de que en sus primeras fases no se detecte su
presencia en el mapa de superficie, hace que en ocasiones sean perturbaciones
inesperadas, aunque con las últimas tecnologías de predicción, cada vez es
menos difícil la realización de previsiones con mayor exactitud.
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